domingo, 16 de noviembre de 2014

1. Teoría (Pema Chödrön) / 2. Práctica (Anne Brontë)



"El principio de la vida", Kupka


1. Buscar la seguridad o la perfección, regocijarnos por sentirnos seguros y completos, autocontenidos y cómodos, es una especie de muerte. No cabe ni una ráfaga de aire fresco, no hay lugar para que entre algo nuevo que interrumpa todo lo anterior. Al controlar la experiencia estamos matando el momento, y así preparamos nuestro propio fracaso porque, antes o después, vamos a tener una experiencia que no podremos controlar: se nos va a quemar la casa, va a morir algún ser querido, vamos a enterarnos de que tenemos cáncer, va a caer un ladrillo del cielo y nos va a dar en la cabeza, alguien va a derramar zumo de tomate sobre nuestro traje blanco, o vamos a ir a nuestro restaurante favorito para descubrir que ese día han ido a comer allí otras setecientas personas.

La esencia de la vida es que es desafiante. Unas veces es dulce y otras amarga. A veces nuestro cuerpo se tensa y otras se relaja y se abre (...). Tratar de atar todos los cabos y tenerlo todo controlado es la muerte porque implica rechazar gran parte de nuestra experiencia básica. En dicho planteamiento de vida hay algo agresivo: tratamos de aplanar todos los relieves e imperfecciones para suavizarnos el paseo.

Estar plenamente vivo, ser plenamente humano (...) es ser expulsado del nido constantemente. Vivir plenamente es estar siempre en tierra de nadie, es experimentar cada momento como algo plenamente nuevo y fresco. Vivir es estar dispuesto a morir una y otra vez (...) y la muerte es querer aferrarse a lo que se tiene, y que todas las experiencias nos confirmen, nos satisfagan y nos hagan sentirnos completamente en orden.

Queremos ser perfectos pero vemos constantemente nuestras imperfecciones y no hay manera de huir de ellas, no hay salida, no hay escape posible. Entonces es cuando la espada se convierte en flor. Nos quedamos con lo que vemos, sentimos lo que sentimos y desde ese punto empezamos a conectar...



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"A l'Eau", Sorolla



2. Imposible describir la frescura y pureza del aire. Ninguna otra cosa se movía, ningún otro ser a la vista, solo yo. Mis pisadas eran las primeras que hollaban aquella arena virgen; ninguna señal sobre ellas desde que la última marea borrara las marcas más profundas del día anterior, y la dejara lisa y uniforme, salvo en las partes en que el agua había dejado algunos charcos y pequeños arroyos. Refrescada y vigorizada por la brisa, feliz, caminaba por la playa, olvidando todas mis preocupaciones, como si mis pies tuvieran alas y pudiese caminar cuarenta millas sin fatiga, y experimentando una sensación de entusiasmo que no recordaba desde los días de mi juventud.



4 comentarios:

  1. Qué bien escribes.
    Y tienes mucha razón en todas esas reflexiones.
    Yo, no hace mucho en el borde de un acantilado sentí una sensación muy extraña: Me atraía toda la belleza del mar..las montañas...sentí como una ligereza en el cuerpo y quería volar...reaccioné a tiempo...porque quizás ahora no estaría aquí para contarlo.
    Creo que somos una parte de la naturaleza y no somos como queremos ser..
    .

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    1. No Diana, no soy yo el que escribe así. Se trata de dos chicas que estimo mucho. La primera una experta en budismo tibetano, la segunda una novelista victoriana menos famosa que sus dos hermanas. Dos fragmentos que me gustan. Uno de cada uno de ellas. Tienen algo que hago mío, o que resuena en mí... Es por eso que los traje aquí ;).

      Sabes, hubo un tiempo en el que me sentí atraído por los acantilados. Acelerar y saltar al vacío en busca de ¿qué?
      Sabía que me faltaba algo, pero no sabía qué era eso que me faltaba. Sólo sabía que esa "ausencia" me causaba un profundo dolor y un intenso anhelo...

      Hoy siento que la belleza nos acecha a cada instante, y que sólo hay que prestar atención para ver.

      Me alegra mucho que reaccionaras. Es importante pasar de las ventanas abiertas. Pero hay que hacer caso a las ganas de volar. Esas ganas siempre dicen algo importante, creo yo.
      Celebro que estés aquí, como parte de esa naturaleza que eres y que somos tod@s. Pero ahora te preguntaría cómo quieres ser jaja
      Besos

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  2. De pie y frente a la última palabra de este texto me pregunto, si en las escaleras de la vida se sube o baja?
    Hace poco descubrí que eso depende de donde queramos estar.
    Algunas personas (y me incluyo) elegimos vivir en la tristeza como si de una placenta se tratara, tal y como la primera imagen me lo sugiere. Sin atrevernos a salir de ahí porque arriesgarnos a ser felices implica perder la tibieza y protección que tenemos al estar ahí dentro. No queremos modificar esa posición fetal que día a día nos aleja aún mas de la propia vida, y preferimos no sentir la rosa por no tocar las espinas.
    Sin embargo ahora creo revoluciones contra el régimen que un día elegí vivir y he elegido cada día que pasa ser más salvaje, más básica. Soltar lastres, avanzar más limpia, ser más yo y menos otras cosas.
    Y te diré mi querido John-O... que cuanto más aprendo sobre mí, mejor me entiendo con la vida.

    Excelente texto, como siempre.

    Un beso enorme!!

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    1. Mmm... mi querida A. Pues creo que en la vida, cuando se sube por la escalera se sube (tap, tap, tap...); y cuando se baja por la escalera se baja (tap, tap, tap...). También creo que cualquier crecimiento implica un movimiento en espirar y un trasfondo binario en el que la pelea de ambos opuestos sólo es aparente. Existe algo previo que los acoge aportando sentido a todo...

      ¿Dónde quieres estar? Me parece a mí que ésa es una pregunta importante, y supongo que tod@s nos la deberíamos hacer.

      Por otra parte no creo que esa placenta dé una protección real. La vida es riesgo y no hay nada a lo que uno se pueda aferrar. Lo que nos sostiene de verdad es una Realidad Inasible, más allá de los sentidos y de nuestros pensamientos, que acoge tanto a los unos como a los otros. Ninguna seguridad se puede encontrar aquí, para el ego. A pesar de lo cual, el espejismo sigue intacto en nuestras mentes. La vida es siempre una mezcla de delicados aromas y espinas...

      Sobre las revoluciones de las que me hablas, te diré que adoro tu lado revolucionario mucho más de lo que te he llegado a contar. Me gusta mucho ese lado tuyo fiero y salvaje, exigente, que siempre busca más. De alguna manera lo siento muy íntimo, a pesar de lo que ciertas cosas que conoces de mí te podrían llevar a pensar...
      Ser más tú, ser más nosotros mismos, siempre es una buena elección. A veces eso, no obstante, te obliga a transitar escarpados senderos en calma hasta discernir el camino...
      ¡Me encantaría ayudarte a soltar todo ese lastre!
      ¿Me ayudarías tú también a mí? ;)

      Comprenderte a ti misma, mi queridísima A., es lo mismo que comprender la Vida...

      Gracias. Eres adorable en grado superlativo.

      Otro enorme beso para ti!!!!

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