sábado, 13 de octubre de 2018

La puerta entreabierta...








      Tenía un blog con una puerta entreabierta por la que se colaba la luz. La puerta entreabierta sugería una promesa incumplida; la luz, la certeza de que se podía cumplir. En el título se podía leer “deseo”, junto con “anatomía del”. También “tortuoso camino” y “plenitud”. Y después aquella cita de La Divina Comedia:

En la mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba, porque mi ruta se había extraviado...

     En el lateral una cita de Whitman. Hojas de Hierba, otra vez. Un aviso a un navegante no conocido proclamando que tenía secretos, y que “a ti te los contaré...” Una perfecta radiografía interior de un momento de vida, a modo de desnudo en la portada.

      Momentos...



     Tengo una relación extraña con el tiempo. No lo entiendo. Hace más de veinte años escribía una especie de diario. En él intentaba fijar el tiempo y la esencia de las cosas. Recuerdo todas las letras teñidas por una especie de bruma triste. El paso de todo me resultaba horrible, insoportable. Me quedaba mirando los árboles, las personas, intentando encontrar su esencia, atraparla. Aquel intento siempre me dejaba exhausto, con un regusto amargo en el paladar...
...Y entonces se me cayeron las manos. No había nada que atrapar. Los árboles, las personas, tan etéreas como los dibujos de Seurat. 

    Todo está bien tal y como es. Pero sigo sin entender el tiempo, lo más precioso que tenemos. Ese presente que no se puede ni nombrar, porque ya ha pasado. Tan intenso y a la vez tan nada... Y tú, y yo, y todos nosotros, que somos tan nada también, y tan todo. Nada originales -por idénticos- y, al mismo tiempo, distintos, caducos e indestructibles, como esta nada infinita que se transforma en cosas concretas que aparecen y desaparecen sin cesar, en el río de la existencia.

      Y sí, tengo un secreto; pero mentí, no lo puedo contar...

      A veces la vida adquiere tal intensidad en este instante que me evapora y no queda ningún yo que observe, ni ninguna realidad que se pueda observar. Sólo una nube atravesando el cielo en este momento, o una hormiga sobre el pavimento siguiendo su propio plan. A veces una mirada devuelta. A veces un rayo de luz que atraviesa las cortinas y realiza dibujos en el sofá... Y siempre ese “no sé qué” que nunca falta, que no soy yo, pero que me conforma, como nos conforma a todos. Evanescentes, efervescentes, mutantes, amplios, pequeños. Todo ocurre siempre en el mismo momento, en el mismo no-lugar.

     “Tu ir y venir, no tienen lugar más que Aquí”. Y aquí, hoy, ahora, soy simple anhelo de esa luz que atraviesa la puerta entreabierta de nuevo, otra vez... El deseo y la luz. La puerta entreabierta y el tortuoso camino hacia la plenitud.







martes, 2 de octubre de 2018

Belleza








      Existe un elemento común en la capacidad de percibir belleza [...] un fondo invisible sin el cual esta experiencia no sería posible.
Allí donde haya belleza y apreciación de las cosas simples de la vida, busca dentro de ti el fondo de esa experiencia. Pero no busques como si estuvieras buscando una cosa. No puedes localizarlo y decir “Ya lo tengo”, ni agarrarlo mentalmente y definirlo de algún modo. Es como el cielo sin nubes: no tiene forma. Es espacio, es quietud, es dulzura... e infinitamente más que esas palabras. Cuando eres capaz de sentirlo directamente dentro de ti, se acentúa. Así que cuando aprecies algo simple -un sonido, una imagen, un tacto-, cuando veas belleza, cuando sientas amor hacia otra persona, siente la espaciosidad interior que es la fuente y el fondo de esa experiencia. Es del espacio interior de donde emana la conciencia no condicionada, la verdadera felicidad, la alegría...
Quédate inmóvil. Mira. Escucha. Hazte presente.
El ser no está afectado por la juventud o la vejez, la riqueza o la pobreza, lo bueno, lo malo ni ningún otro atributo. Es la espaciosa matriz de toda forma...

Eckhart Tolle dixit...



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      “¡Qué poco hace falta para la felicidad! […] precisamente las cosas más mínimas, las cosas más suaves, las cosas más ligeras, el ruido de una lagartija, un aliento, un guiño, una mirada; con muy poco se consigue la mejor felicidad. Quédate quieto”

Un curioso texto de Nietzsche...




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eres belleza en movimiento
y no reparas en ella
eres belleza cuando estás parada
pero no lo ves
eres hermosa y no lo puedes evitar
y en el mismo fondo en el que te reflejas
me reflejo yo
una misma presencia sin forma
compartida
con dos cuerpos y dos mentes
que se buscan y encuentran
al fin

dime quién eres y te diré quién soy




miércoles, 5 de septiembre de 2018

Mi pequeño jardín




Era como si estuviera esperando a que lloviera felicidad y regara todos los campos; como si, cada mañana, al levantar la persiana, algo en su interior necesitara bailar un tango con el universo...





      Las compañías del verano pasaron y ahora únicamente quedaba su reflejo en el espejo. A solas consigo mismo. Ese reflejo curioso, que no lo reflejaba todo. Siempre había sentido que faltaba algo ahí, escondido a los ojos, oculto al entorno, pero importante de verdad...

      “Nos volvemos a Barcelona” -dice ella sonriente. “Ya no hacemos falta como antes, pero tenemos cosas pendientes”.
      Cada persona es un mundo; cada persona y su entorno familiar. ¿Y la soledad? ¿Qué me decís de ella? Hay quien la aprecia. Hay quien huye de su presencia como si de la peste se tratara.



      Llevo dos meses y medio sin conectar el televisor, rodeado de gente, pero solo, en mi casa. No me apetece hablar mucho con mi entorno. No me apetece dar explicaciones sobre mi vida. A nadie más que a mí me compete; a mí y a quien vaya a compartirla conmigo. Es todo un poco extraño, como cambiar una planta de maceta. Primero hay que preparar la tierra. Después sacar la planta con cuidado de no dañar las raíces (la raíz de la vida es lo que más importa). Después toca abrir un hueco suficiente e introducir la planta en la nueva maceta, a poder ser más grande que el anterior. Ponerla en un lugar apropiado y regarla bien. Que le dé el sol para que pueda echar nuevos brotes. Que su medio sea adecuado, rico en nutrientes (todos los que necesita). A veces se trata de dos plantas a la vez. Otras veces incluso más: dos plantas que han convivido en el mismo tiesto las tenemos que separar y, tal vez, juntar alguna de ellas con otra planta nueva -o con un conjunto de plantas- para convivir en el mismo lugar. Se multiplican entonces los cuidados y las necesidades. Un buen jardinero tiene esos detalles en cuenta y siempre tiene mucha paciencia. No es él quien marca los tiempos, sino las estaciones. La tierra girando alrededor del sol, creando el discurrir de los días. Un buen jardinero siempre tiene confianza en la vida que anima sus plantas y recorre sus propias manos, y las pone a trabajar conforme a lo que requiere el momento, insertando su acción en la corriente que mueve todo. Y, aparentemente, las plantas crecen solas, se elevan silenciosas hacia la luz. Entonces, cuando llega la primareva, las flores florecen por sí mismas, y él las contempla feliz y disfruta sus aromas...

      La vida no es tan complicada, tal vez, si no empujamos en contra de la corriente que nos lleva. La desesperación parte de no entender nada del mundo de las flores. Ellas nos lo enseñan todo. Lo que hay que hacer y lo que no.



“La rosa florece sin ningún porqué”
Sólo florece, y no hay nada en el universo que lo pueda impedir.
¿Bailas conmigo?






Cambiemos las reglas de todo...







viernes, 17 de agosto de 2018

Que si te azoto-zoto










Que si sí
Que si no
Que si casi casi
Que si poco a poco
Que si paro, que si vuelvo a empezar
Que si te muerdo, que si te doy la mano
Que si la quito, que si te como todo
Que si caricias, que si te azoto-zoto

(¡Zas! ¡Zas! ¡Zas!)

Que si te gusta
Que si te niego todo
Que si te lo vuelvo a dar
Que si me vuelves loco
Que si vamos un poquito más allá...











“Quiero ver tu perversión
hasta dónde llegas, 
hasta dónde me has llevado... 
(que si mentiste o decías la verdad...)
ven y pierde la razón, quiero que me ruegues y me mires a los ojos...”










miércoles, 15 de agosto de 2018

La talla exacta de tus sueños...







Te lo he dicho muchas veces, soy material altamente inflamable.
Cuando me enciendo, nunca sé parar. Todo me es insuficiente. Soy adicto a la intensidad.
Si he bajado las barreras -y contigo hace mucho que cayeron- no hay nada que se me dé mejor que arder...

(Gracias por compartir tus sueños)










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      “Hace poco escuché una frase de un atleta profesional: “El amor no es placer compartido, sino dolor compartido”. Una buena observación. Desde luego que podemos disfrutar de una cena con nuestra pareja, por ejemplo. No estoy cuestionando el valor del gozo compartido. Pero si deseamos que una relación resulte más íntima y genuina, es necesario que compartamos con nuestra pareja aquello que tanto miedo nos provoca expresar delante de nadie. Al hacerlo, la otra persona es libre de imitarnos. Pero, en realidad, lo que más nos preocupa es mantener nuestra imagen, sobre todo frente a alguien a quien intentamos impresionar.

      Compartir nuestro dolor no significa contar a nuestra pareja lo mucho que él o ella nos irrita; eso es otra forma de decirle: “Estoy enfadada/o contigo”... Lo que nos abre es el hecho de compartir nuestras vulnerabilidades. En ocasiones encontramos alguna pareja que ha llevado a cabo este difícil trabajo durante toda su vida, un proceso que les ha hecho envejecer juntos. Entre ellos se percibe el enorme bienestar, la serenidad que los une. Y aunque se trata de una sensación hermosa, resulta muy poco habitual. Sin esta cualidad de apertura y vulnerabilidad, los miembros de la pareja en realidad no llegan a conocerse, sino que se limitan a ser una imagen que vive con otra imagen.”

Charlotte Joko Beck














domingo, 12 de agosto de 2018

El espacio dentro del espacio, entre tus brazos, fuera del tiempo...











Y ahora no podía escribir. Se había quedado mirando al cielo, intentando no atrapar las nubes... en el espacio dentro del espacio, entre sus brazos, fuera del tiempo...



Amplitud. Libertad. Todas las ganas del mundo para ti, como sea...



Nunca hay prisa para lo bueno.

"El amor es el único "juego" donde siempre hay que empatar"




Te quiero...












jueves, 9 de agosto de 2018

Las galaxias se han vuelto locas











Y así, entre suspiro y suspiro
a sus días ataron con cuerda
y tirando de ellos
-desde el otro extremo-
se encontraron a mitad de camino
y se mezclaron
creando otra nueva Vida
donde dormir
no estaba permitido
partir
no se encontraba en el diccionario
la guerra
sólo estaba concebida entre sábanas blancas
y cualquier separación
era pura entelequia...

Se convirtieron en centro
de los giros del sol
los planetas
se pusieron en fila india
amontonando sus pasos
las galaxias
variaron su discurrir 
por el firmamento
y todos confluyeron a su encuentro
a preguntar
cómo era posible que
siendo ellos dos 
tan pequeños
todo hubiera cambiado tanto...

Pero ellos no supieron qué contestar
mientras la entropía
anonadada
se fue a echar la siesta
con la almohada
de otro universo más dormido

No vieron a la luna
ni al sol
girar en elipse a su vera
no vieron los planetas
dar traspiés
ni al cónclave de galaxias murmurar
el motivo por el que la luz
había variado de rumbo...

Sólo veían labios
entre sus besos
piel
entre sus manos
calor, placer y humedad
en el batir de su sexo
ojos luminosos
devolviéndose las miradas...
y algo indefinible
e incandescente
-como una llama-
ardiéndoles dentro del pecho
cuyo centro era
el imán misterioso
que lo alteraba todo
dotando de sentido y Amor
el caos externo...



















Besayunos...













(...) (¡...!) (uffff.... ¡ay!) (ja, ja, ja...) (ohhhh...) (siiiií...) (mmmmm...) (buffff...) (¡Mmmmmm...!) (... joer...) (ahhhhh...) (...dios...) (mua mua muaaaaaaaaa, muaa mua muaaaaaaaaaa...) (ayyyy...) (...)


















lunes, 6 de agosto de 2018

Riesgo...




La seguridad es en gran medida una superstición. No existe en la naturaleza, ni los hijos de los hombres la experimentan. A largo plazo, evitar el peligro no resulta más seguro que exponernos a él directamente. La vida es una osada aventura o no es nada.

Hellen Keller













      Nadie puede saber lo que es la vida, pero tenemos la oportunidad de experimentarla directamente. Los seres humanos recibimos ese don, pero no lo aceptamos; no experimentamos nuestra vida de forma directa sino que nos pasamos todos los años de nuestra existencia protegiéndonos. Cuando nuestros sistemas de protección fallan, entonces nos culpamos a nosotros mismos, o a otras personas. Contamos con sistemas para encubrir nuestros problemas; no deseamos afrontar el dolor de la vida de forma directa. Pero, de hecho, cuando lo hacemos descubrimos que vivir es un magnífico viaje.

         Por supuesto que está muy bien contratar seguros de vida y verificar que los frenos de nuestro coche se encuentren en buenas condiciones. Pero, al final, ni siquiera esas preocupaciones nos salvan; tarde o temprano, todos nuestros sistemas de protección fallan. Nadie puede resolver el koan de la vida por completo, aunque siempre imaginamos que tal o cual persona seguramente lo ha conseguido. Culpamos a los demás porque creemos que deberían comprender la vida. Y a pesar de que ni nosotros mismos la entendemos, aun así creemos que nadie jamás debería descuidar su forma de vivir. Todos somos descuidados porque estamos inmersos en este juego de autoprotección en lugar de jugar al verdadero juego de la vida. La vida no es un espacio seguro. Nunca lo ha sido y jamás lo será. Si hemos permanecido en el ojo del huracán durante un año o dos, el hecho tampoco tiene demasiada trascendencia. No existe ningún espacio seguro, ni para nuestro dinero, ni para nosotros mismos, ni para las personas que amamos. Y no nos corresponde preocuparnos por ello.

      Mientras nos neguemos a comprender que este juego no funciona, no jugaremos al verdadero juego. Algunas personas no lo consiguen jamás y mueren sin tan siquiera haber vivido. Y eso es malísimo. Podemos pasarnos la vida culpando a los demás, o a las circunstancias, de nuestra mala suerte, y pensando de qué manera debería haber transcurrido nuestra vida. Y podemos morir de esa manera, si eso es lo que queremos. Es nuestro privilegio, pero no resulta divertido. Tenemos que abrirnos al enorme juego del que formamos parte. Nuestra práctica deber ser cuidadosa, meticulosa, paciente. Debemos afrontarlo todo.

Charlotte Joko Beck
  












domingo, 5 de agosto de 2018

Decadencias...








      Eva es el arquetipo vivo de mujer que siempre deseó. Eva y su incitante manzana, adornada por un millar de serpientes. Pero era él el que estaba en una clínica mental por haberse pasado con el litio. Su bipolaridad había alcanzado cotas insospechadas de exceso. Había pasado de follarla durante horas contra la pared, a despertarse solo, con la cabeza entre las manos, en una esquina de su sucia habitación, aislado del mundo. Porque Eva era la incitación que reclamaba puentes contra la reclusión y la mentira en que había convertido su vida, con esa falsa seguridad fingida.

      Eva y su cuerpo, Eva y su calor. Eva y sus labios. Están tan vivos y él tan muerto. Y le da tanto miedo el milagro de su resurrección que no sabe si podrá soportar tanta vida habitando sus sombras. Eva es una puta repleta de amor divino, que le hace vivir. Y al notar cómo se desperezan sus manos al recorrer su cuerpo, todo él tiembla sin poderlo evitar...


      La última vez que la folló terminó llorando. Pensó que todo aquello era demasiado terrible y, al día siguiente, aislado en su casa, ni siquiera fue capaz de levantar las persianas para que entrara la luz. Temía mirarse al espejo y sentir que ya no era un muerto en vida. Porque era la vida que no podía controlar lo que tanto lo asustaba... Y fue entonces cuando sonó el móvil otra vez. Era Eva a la espera de una contestación para un largo paseo por el parque, en el que le quería hablar del último libro que había caído en sus manos, mientras él, seguramente, no podría reparar en nada más allá de sus labios tan vivos, de sus caderas ondulantes, del brutal deseo que anidaba en su interior...













viernes, 3 de agosto de 2018

Una parcela de cielo en la tierra




      Cada día se encamina a su destino con mayor necesidad, por un estrecho sendero. Es Agosto y su calor un compañero especialmente pesado que no consigue hacerle desfallecer. En sus ojos el deseo de una piel. En sus dedos un surco acariciado, por el que recorre su espalda cuando dormida yace todavía en la cama, antes de amanecer. En su corazón un latido, que resuena como el eco en otro pecho. En su mente un pensamiento, también compartido, y una voz, y un nombre, que lo llenan todo... 
      Al ir y regresar, en su día a día, el susurro de la llamada se cuela entre los pliegues de su conciencia. La busca, la piensa, la siente. La gravitación general tiene una nueva ley de atracción, cuyo nombre es maravilla y belleza; y todo gira en torno a él...
    Muere por ella, y las ganas le estallan de tal forma en el alma que la convierten en cuerpo, y con él atraviesa la distancia que los separa para aniquilar la agonía, abrazando su entrega de forma continua...













jueves, 2 de agosto de 2018

Juntar el paraíso









Vivo en posibilidades -
morada más hermosa que la palabra -
en ventanas más numerosa -
óptima - en puertas -

en reductos como los cedros -
inexpugnables al ojo -
para un techo imperecedero -
los tejados del cielo -

visitas- las más preciosas -
ocupación - ésta -
extender bien abiertas mis angostas manos
para juntar el paraíso -


Emily Dickinson

















miércoles, 1 de agosto de 2018

Tras la tempestad, la calma







      Amaneció con una inevitable sonrisa en los labios, como si hubieran florecido. Sus labios rojos. A ella le encantan sus labios. Tienen tanta vida y son tan perfectos como el alma que los habita. Y está muy orgullosa de ellos, lo sé. Y yo lo estoy de ella, no sólo de sus labios, aunque los quiero besar una y otra vez, como a sus párpados, como a su cuello, como a sus brazos, uno en especial... Ella es belleza robada de un paraíso que alguna vez conocí, y me la otorga sin pedir nada a cambio. Cuanto más preocupada por ella está, más se preocupa por mí y por todo su entorno: inusual comportamiento que nunca había encontrado antes en nadie, que me deja sin aliento. No digo nada, pero la observo mientras contengo la respiración. No quiero que sepa que la miro y alterar para nada su forma de proceder... Verla evolucionar en su mundo es como contemplar el baile de una libélula majestuosa; como una coreografía perfecta interpretada por una bailarina que nunca da un traspié, mientras esparce el aroma de su cariño sin ni siquiera darse cuenta... Me maravilla su baile, su danza divina; saber que ella no se percata de lo que hace, porque le nace de dentro sin más. Y es que es así, tan natural como una puesta de sol. Tan natural como el agua empapando el suelo seco en una tormenta. Y a mí me empapa por completo. Me llena con su luz. Me hace sentir tan vivo que casi diría que no recuerdo lo que era estar dormido en medio de la rutina. Más luminosa que el sol, que ilumina las tinieblas...







martes, 31 de julio de 2018

No te voy a soltar




...cada día que amanece
es un milagro
que clama
por ser reconocido...

y hoy...

...hoy te tengo cogida tan fuerte
que aunque quisieras
no podrías caer
y no te voy a soltar, te lo aseguro
mi pequeño milagro...


(cada día que pasa te quiero más... 
vamos allá, sin miedo, 
juntos los dos)














viernes, 27 de julio de 2018

Y le dijo...






Y le dijo que iría a buscarla
cada día de tormenta
y que no habría lugar
donde pudiera estar lejos de él
ni fantasma
que pudiera permanecer
en su presencia...











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      "Casi muero por todas las lágrimas  que no derramé", pensó. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas, por su barba y por su peto. Como provenían de su corazón, estaban extraordinariamente calientes, de manera que no tardaron en derretir lo que quedaba de su armadura.
       El caballero lloraba de alegría. No volvería a ponerse la armadura y cabalgar en todas direcciones nunca más. Nunca más vería la gente el brillante reflejo del acero, pensando que el sol estaba saliendo por el norte o poniéndose por el este.

     Sonrió a través de sus lágrimas, ajeno a que una nueva y radiante luz irradiaba de él; una luz mucho más brillante y hermosa que la de su pulida armadura, una luz destellante como un arroyo, resplandeciente como la Luna, deslumbrante como el Sol.
      Porque ahora el caballero era el arroyo. Era la Luna. Era el Sol. Podía ser todas estas cosas a la vez, y más, porque era uno con el universo.
        Era amor.


"El caballero de la armadura oxidada", Robert Fisher








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"Respira y recuerda que se te ha concedido un nuevo día y que para vivirlo debes estar aquí [...] Confía en que puedes continuar [...] Puedes convertirte en una antorcha que no sólo llene de luz a quienes están cerca de ti..."


Thich Nhat Hanh








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Siéntate y escucha, como si fuera tu abuela la que te hablara...






      "Y ahora, ovejita, ¿dónde estás? Estás allá lejos mientras escribo, entre los coyotes y los cactus; cuando estés leyendo esto, probablemente estarás aquí y mis cosas ya estarán en el desván. Mis palabras, ¿te habrán puesto a salvo? No tengo esta presunción, acaso tan sólo te hayan irritado, habrán confirmado la idea ya pésima que de mí tenías antes de marcharte. Tal vez sólo puedas comprenderme cuando seas mayor, podrás comprenderme solamente si has llevado a cabo ese misterioso recorrido que conduce desde la intransigencia a la piedad.

      Piedad, fíjate bien, no pena. Si sientes pena, yo bajaré como esos duendecillos malignos y te haré un montón de desaires. Lo mismo haré si en vez de ser humilde eres modesta, si te emborrachas de chácharas en vez de quedarte callada. Estallarán las bombillas, los platos se caerán de los estantes, las bragas irán a parar a la araña central, no te dejaré tranquila desde el amanecer hasta bien entrada la noche, ni un solo instante.

      No es cierto: no haré nada. Si estás en alguna parte, si tengo la posibilidad de verte, sólo me sentiré triste tal como me siento cada vez que veo una vida desperdiciada, una vida en la que no ha logrado realizarse el camino del amor. Cuídate. Cada vez que, al crecer, tengas ganas de convertir las cosas equivocadas en cosas justas, recuerda que la primera revolución que hay que realizar es dentro de uno mismo, la primera y la más importante. Luchar por una idea sin tener una idea de uno mismo es una de las cosas más peligrosas que se pueden hacer.

      Cada vez que te sientas extraviada, confusa, piensa en los árboles, recuerda su manera de crecer. Recuerda que un árbol de gran copa y pocas raíces es derribado por la primera ráfaga de viento, en tanto que un árbol con muchas raíces y poca copa a duras penas deja circular su savia. Raíces y copa han de tener la misma medida, has de estar en las cosas y sobre ellas: sólo así podrás ofrecer sombra y reparo, sólo así al llegar la estación apropiada podrás cubrirte de flores y frutos.
      
Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda aún más. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve."


"Donde el corazón te lleve", Susanna Tamaro









domingo, 22 de julio de 2018

Ocupar tu mismo espacio

  

Alas de mariposa

"Si en un sistema se produce una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a corto o medio plazo."









      Cosas que decir. A veces es lo más importante lo que se escapa. Lo no dicho. Lo que casi no se puede pensar.

      Te veo a lo lejos. Siento tu presencia. La deseo. Quisiera que algo fuera distinto, pero jamás te cambiaría a ti. Los días se suceden como si un dedo los dibujara con un círculo en la arena. Siempre el mismo círculo, con el mismo centro, pero nunca igual. Si se tratara de la arena de la playa la marea lo borraría, pero yo lo volvería a dibujar. Aunque este círculo perfecto no lo dibujamos nosotros. Hay algo que dibuja más allá de ti y de mí. Es el caos ordenado de dos revoloteos de alas, cambiando el mundo al otro lado del planeta, sin capacidad de hacer nada por poderlo evitar.

      Te imagino en la tienda acercándote a ese hombre, midiendo su altura. "¿Será la misma que la de...?" "Oh, me ha guiñado un ojo". Al mismo tiempo, en otro lugar, contemplo el techo desde la cama. La luz que penetra por la persiana dibuja objetos en mi imaginación. Se mueven y vuelo. Para la mente no hay límites que cumplir. La mía es tan libre e irreverente que no se podría encapsular. Soy una cosa extraña; un ser extraño, como de otro tiempo. A veces no me reconozco en los demás. Otras veces sí, y pienso que todos somos extraños. Seres procedentes de otra dimensión, que aterrizan en ésta. Extranjeros, al fin y al cabo, pero sin procedencia conocida (¿se puede ser extranjero así, si no sabes dónde naciste, ni si has nacido alguna vez?).

      Añoro algo que sé que no he perdido. ¿Lo compartirás conmigo cuando lo encontremos los dos? Palabras todas ellas extrañas, también. ¿Y si me buscas en cada cosa que ves? ¿En cada persona que te cruzas en la calle, detrás de cada rostro? A veces te siento en mis manos, te pienso tomando el café de la mañana, con aroma a jengibre y canela. La distancia es relativa donde no existe distancia. Aun así, quiero ocupar el mismo espacio que tú. Sólo existe una forma, una manera para poder conseguirlo. Comprimamos el espacio con desesperación. Más cerca. Un poco más. No apartes tus ojos de los míos. Quiero más. Mucho más. No pararé hasta penetrar en tu espacio. Hasta derramarme del todo en él, mientras te rodean mis brazos.   










martes, 17 de julio de 2018

Pronunciar palabras constantemente sin necesidad de abrir los labios







      Tómame de la mano esta noche. Caminemos juntos los dos. Cuéntame cuáles son tus miedos, tus pesares; también tus deseos más fervientes, o aquello que hace que entres en ebullición. Contemplemos las estrellas. Su luz palpitante que llega hasta nosotros esta noche tranquila. Caería contigo hacia el cielo en busca del origen de todo. Del misterio que somos, eso que compartimos.

      ¿Escuchas mi respiración? Pon tu mano en mi pecho. Dime si eres capaz de sentir que el ritmo de mi latido no te es extraño, que te es sencillo de descifrar. Mis ojos se posan en tu mirada y acampan en ella. Hoy dormiremos en el exterior, con el firmamento como manta. Te cantaré una canción antigua que no sé de dónde proviene. Estoy seguro que la vas a reconocer. Nada tiene que ver con palabras. Cuando me tocas, la canta tu cuerpo. Es como una llamada lejana que exige la satisfacción de un anhelo. La llamada de lo salvaje, atravesando la noche y nuestros cuerpos.

      Desnudo mi alma en susurros mientras te desnudo a ti. Te contemplo y contengo la respiración un instante. "No hay nada que atrapar" -recuerdo; "báñate en la corriente viva de este momento y piérdete en su calor". Tu calor, y el frescor de la noche. Las estrellas son testigo. Unos grillos cantan a lo lejos y el rumor del viento entre las hojas de los chopos se convierte en marco de algo que no se puede asir. Me atraviesa ahora. Me atraviesas tú. Tu alma tendida junto a la mía se rinde sin condiciones. Existe algo que no ha sido nombrado jamás, en este momento. No recuerdo su nombre, ni el tuyo, ni el mío. Somos simplemente este ahora. Tu calor en mi piel, abarcándolo todo. No hables. No mancilles lo perfecto con el lenguaje humano, tan limitado frente a esto que no acepta añadidos... Cuando los interrogantes se desvanecen, dan paso a una exclamación callada. Soy asombro que se asoma a otro asombro y se encuentra con él. Piel que delira sobre otra piel. Sólo eso somos tú y yo. Estrellas fugaces que danzan sin necesidad de porqués entre el "cri-cri" de los grillos, bajo este cielo nocturno.

      Sin límites definidos siento tus latidos muy dentro de mí. Dos cuerpos jadeantes. Un concierto de grillos. El rumor del viento entre las copas de los chopos. Las estrellas de verano... Los unos a los otros se pasan el mensaje. Es esa extraña canción sin letra que nos habita a todos. La llamada de la sangre y la savia entrelazadas. Escucha su silencio. Sin abrir los labios, no paran de hablar...













jueves, 12 de julio de 2018

La luz que nunca falta en el alma








          Esa "luz que nunca falta en el alma". Cuántas veces recuerdo esta frase en los malos momentos. ¿Yo vi esa luz? Tal vez me rozó, la sentí en algún momento, sí. Pero "el que habla no sabe, el que sabe no habla", y yo no paro de hablar; y mis palabras no son convincentes precisamente por eso. "De todo lo que quieras contar, cuenta sólo una quinta parte." "Sólo el ladrón conoce al ladrón." Frases que me recuerdan constantemente, que están inscritas a fuego en los templos donde me pierdo a buscar. Pero soy torpe, lo reconozco. Cuando la gente que quiero tiene problemas intento ayudar, y lo hago como un elefante en una cacharrería, como lo que soy.

          "Soy un desastre en el amor", me dice. Y no puedo evitar pensar que lo ha cuadrado, que como epitafio no está nada mal. Pero claro, podríamos compartir la frase; con mi "ella de antes" podría hacerlo... Y mi otra ella, la de ahora, tan luminosa, tan dulce, me habla de lo que puede compartir con dudas. Y puedo percibir las nubes negras aparecer en el cielo de su mente. ¿Pero es que no te ves? Eres tan especial que casi duele contemplarte, de lo bonito que es el aroma que desprendes sin querer. Qué complicada hacemos la vida cuando la vida se complica, queriendo o sin querer. Pero lo único importante es que estamos aquí. Que yo estoy aquí y que tú también lo estás; y que no va a haber ningún reproche. No llegué hasta ti para eso... Aquí, cada día, vuelve a salir el sol. El aire vuelve a envolvernos de nuevo y los que nos quieren de verdad se quedarán, y se entrelazarán en nuestro interior de tal forma que ya no sabremos distinguir dónde acaba el uno y comienza el otro, o viceversa.

         Día a día, momento a momento. Cada instante importa. Seamos valientes y abiertos. Dejémonos ser, como esos barcos de papel que, de niños, lanzábamos a la corriente y veíamos flotar, mientras el agua discurría sin preocupaciones de camino a su destino...


         Y de fondo sigue sonando la misma canción, con el mismo estribillo: "Te lo diré una vez más: te quiero. Lo demás, no importa..."
















miércoles, 11 de julio de 2018

A tu lado









Sin poesías, sin letras, sin nada.


Voy a tu lado
entretejido a tus pasos
donde el viento nos lleve...


(y no pienso soltarte, mi pequeña flor)













martes, 10 de julio de 2018

El cuerpo que eres








            El cuerpo no es una propiedad del yo, ni un objeto, ni un instrumento de nada. El cuerpo es lo que eres, tanto como tu mente; y tal como seas, te reflejará con absoluta fidelidad. Si eres miedoso tu centro de gravedad se elevará hacia arriba y, cuanto más lo seas, más arriba estará y más obvio resultará el desequilibrio. Tu ego te tendrá atenazado de tal forma que contraerá todos tus músculos creando una coraza, y desde tu abdomen -que es donde debiera estar-, tu centro de gravedad ascenderá hacia tu pecho, desequilibrándolo todo.

            Cuerpo, mente y emociones forman un todo indivisible. Cuando la mente está tensa, el cuerpo lo está. Cuando no aceptas algo, tu cuerpo responde. Cada emoción bloqueada termina formando parte de tu coraza muscular, produciendo insensibilidad. En el hombre/mujer medio, esta coraza lleva tantas batallas a cuestas que, con el paso de los años, termina provocando una rigidez apreciable desde el exterior. Se trata de la lucha del ego por sobrevivir. Somos como el Gollum, y nuestro ego es nuestro falso tesoro; suplantación de identidad de la que nuestros cuerpos son pura queja. Para ir más allá -de regreso al hogar-, la inmovilidad física es necesaria. En el paso desde la superficie de la conciencia hasta el fondo, siempre hay turbulencias. Zonas agitadas donde la coraza se comienza a resquebrajar. Entonces surgen emociones olvidadas, acompañadas de lágrimas muchas veces. Otras es la furia la que emerge, de la que nunca -tal vez- fuiste consciente y que empleabas para no sentir y bloquear lo que te había hecho tanto daño... Sin embargo, si el guijarro que es tu mente abandonada al silencio, alguna vez logra tocar el fondo del lago, desvanecerá todas las tensiones de repente. Tu cuerpo se modificará momentáneamente sin que hayas hecho absolutamente nada por conseguirlo; todos los músculos serán distendidos de golpe, como en un derrumbe, y tu centro de gravedad se colocará en el bajo vientre de nuevo, mientras todo esto será "saboreado" en un trasfondo de paz...

            Hace muchos años, en Japón, una persona que no estuviera bien colocada en su centro se consideraba que no era de fiar. Me pregunto qué habrían pensado aquellos japoneses si se dieran una vuelta y miraran hoy nuestros cuerpos, producto de una sociedad tan enferma como la actual...




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            "El hombre de nuestra época es un extraño en su propio cuerpo. Toda nuestra educación está concebida para que el individuo se integre en el mundo civilizado, para que no sea un extraño en ese mundo. Y ese mundo es un mundo artificial, totalmente fabricado por el hombre. Hacen falta decenas de años de preparación para poder vivir en él. En la actualidad, la mayoría de los hombres sólo ven, utilizan y conocen cosas fabricadas o modificadas por el hombre. Se necesita un manual de instrucciones para el más mínimo gesto de la vida civilizada, esa vida que transcurre fuera, en el mundo de los objetos donde el propio cuerpo del individuo no es sino un objeto...

            El hombre civilizado, el hombre social, ajusta su comportamiento en función de los imperativos propios de su estado civilizado. Pero el cuerpo no está civilizado. Para él, la civilización no es más que una gran broma. Él sólo conoce la huida o el combate, y reacciona como aprendió a hacerlo en la jungla prehistórica: vertiendo adrenalina en el circuito, a fin de provocar una vasoconstricción de la arterias del sistema vascular periférico. Una sabia precaución: en caso de herida, sangrará menos. Elevación de la presión arterial, aceleración del ritmo cardíaco y respiratorio, aceleración de la circulación en los músculos y aportación acelerada de materias nutritivas, liberación de la energía..., todo está previsto para favorecer la eficacia en el combate o en la huida.

            Son reacciones naturales y espontáneas del cuerpo. Son incontrolables, y sus efectos desaparecen con la misma espontaneidad cuando el peligro ha pasado, cuando el hombre ha encontrado refugio seguro donde ya no se encuentra amenazado por ningún peligro. Entonces se abandona al disfrute de la seguridad. Saborea la paz, confiado y tranquilo. Mira jugar a sus hijos o acaricia a su mujer, o se entrega a una ocupación particularmente relajante: rascarse y quitarse pulgas y piojos.

            En la actualidad nadie hace eso. No me refiero a las pulgas, sino al disfrute sencillo y feliz de la paz en un hogar a resguardo de todo peligro, tranquilo, rodeado de afecto, con confianza en la vida y el futuro. Hemos introducido el peligro en el refugio más íntimo, en el más seguro. Se trata de una amenaza permanente, ya que la llevamos en el fondo de nuestra conciencia: el miedo al paro, al plazo a fin de mes, a ser superado, a no estar a la altura, etc. De todo eso, el cuerpo sólo comprende una cosa: la inseguridad. Y traduce: peligro. Y reacciona: huir o combatir, luego adrenalina-lina-lina...


        El cuerpo no entiende ni las bromas, ni la alegoría, ni la metáfora, ni la ironía, ni el sobreentendido. Para él no existe sino la verdad, y reacciona como aprendió a hacerlo en la jungla prehistórica... Desde hace dos millones de años, frente a la agresión, el hombre levanta los brazos doblados por el codo para protegerse la cabeza, hundiendo ésta en los hombros. Frente al peligro permanente, el hombre civilizado de nuestra época tiene la misma actitud. Permanentemente. El hombre social controla su apariencia. No levanta los brazos cuando está mirando la televisión o haciendo un examen, pero sus músculos se contraen del mismo modo y permanecen contraídos día y noche. Toda la vida.

            Hace apenas treinta años, la enfermedad de los responsables era el precio que pagaban, por sus excesos, los grandes jefes, los grandes dirigentes, aquellos que, bajo el peso de sus responsabilidades, no encontraban descanso y tranquilidad. Los síntomas eran el cansancio permanente y excesivo, la irritabilidad, la hipertensión, la depresión nerviosa, la diabetes y, por último, el infarto de miocardio o la hemorragia cerebral.

            En la actualidad eso se ha convertido en una epidemia mundial. Afecta a todas las capas sociales, a los jóvenes y los ancianos, a los hombres y las mujeres. ¿Quién no tiene hoy la impresión de estar desbordado por las tareas y obligaciones más diversas? ¿Quién no se siente acosado, abrumado por responsabilidades, estresado? Con gran frecuencia, el hombre y la mujer actuales se sienten arrastrados por un engranaje y no saben cómo salir de él, cómo escapar. Se sienten atrapados en una red y son incapaces de hacer ni siquiera un primer esfuerzo para librarse de ella. Y no crea que oscurezco el cuadro. ¡Todavía es mucho más negro de lo que yo lo pinto!...

            Con frecuencia se puede adivinar el carácter de las personas por su rostro: el jovial, el colérico y el melancólico tienen rasgos fácilmente reconocibles. ¿A qué se debe eso? A la expresión de su rostro, que está constituida por contracciones musculares específicas. Hay contracciones permanentes que se instalan en el rostro, lo surcan de arrugas y dan una forma al semblante. Y no sólo al semblante; la expresión del rostro se prolonga por todo el cuerpo. El cuerpo expresa el carácter de la misma forma que el rostro, mediante contracciones musculares específicas y contracciones permanentes que tan sólo la relajación profunda llega en ocasiones a eliminar.

            Muy a menudo, las tensiones de expresión del cuerpo resisten a la relajación porque las tensiones de expresión del rostro no han sido borradas. Y en ocasiones, cuando se consigue realmente por primera vez, el rostro resulta irreconocible. Bajo la máscara, bajo ese rostro que se forma por reacción a los acontecimientos de la vida cotidiana y que se ofrece al entorno, aparece el verdadero. El rostro que no está formado por el exterior, sino que es la expresión de lo que somos en el fondo, en lo más profundo. Y es muy raro que ese rostro no sea extraordinariamente hermoso."

Vlady Stevanovitch












lunes, 9 de julio de 2018

Toda definición muere cuando me encuentro contigo










Algo que es tan simple
y soy incapaz de explicar...


oculto,
tras el arribar de tus detalles a mi puerto
un sentimiento de luz
que a su ritmo va calando profundo
como calan las gotas de lluvia en el páramo yermo
haciendo la hierba brotar


que se entrelaza a nuestro devenir
clamando destinos
en esta amplitud íntima, compartida
que tan viva está...


"deja que te cuente...", dices
y me acurruco en torno a tu fuego
insistente en el asombro
insaciable en el conocimiento de cada surco en tu piel
"quiero más de tus ojos saber", continúo
y me sorprenden tantos matices...
lago hondo, tan hondo
¿de dónde surge tu sentir?
permite que me hunda hasta tu fondo...


dilúyete y vierte tus ríos en mi mar
llévame hasta el más remoto islote
que ningún humano pudo antes contemplar
ése en el que, a escondidas
no se atreve tu alma apenas rozar
cuando a solas se encuentra contigo


comparte tus piedras pesadas
que la oscuridad no será tanta si estamos los dos
nunca  más brillante es la luz
que cuando la propia ilumina los ojos queridos
hay caricias para las que no existe el ocaso
y yo te digo:
"siempre me sabe a  poco perderme en ti,
no quiero encontrarme más...."


ven, acércate a este rincón resguardado
donde el viento no azota y no existen zozobras
a este cálido vibrar
a este tacto con-sentido
ven, quememos las naves tú y yo
que culpable me declaro ya
de no saber querer poco, cuando te encuentras conmigo...


bendita oración
de tus pensamientos no poderme despegar
y que tú a los míos quedes prendida


sonríe entonces, huracanada tempestad
toda definición muere cuando me encuentro contigo