lunes, 21 de mayo de 2018

El mundo del revés




Hoy me levanté con el mundo del revés. Cuando miré hacia abajo, unos pechos enormes y ostentosos me estaban esperando. Fui al espejo a mirarlos y vi una notable ausencia entre mis piernas. El pelo largo caía sobre mis hombros y recordé que era votante del PP. El susto, monumental, hizo que soltará un grito. El sonido, demasiado agudo para mi tono habitual de voz, no hizo más que acentuar el histerismo general de la situación.

Busqué algo que ponerme alborotado. Faldas y más faldas, ni un sólo pantalón. "¡La madre que me parió!", proferí indignado; pero de nuevo el tono de pito de mi voz hizo que callara con espanto. ¿Y estos putos zapatos de tacón? ¿Quién va a poder caminar subido a esos zancos?... La situación se volvió desesperada cuanto, tras ponerme la blusa, vi en el espejo cómo se me marcaban los pezones de forma desaforada. Revolución en los cajones hasta encontrar un sostén. ¿Talla 100? Demonios. Me lo pongo. Qué incordio y qué coñazo. ¡Ya sólo me faltaba tenerme que poner refajo! Pero echo un vistazo a mi culo y no: ahí está, redondo y compacto. Joder qué culo y qué cintura. Me quedo ahí, cinco minutos, mirando sin poder pestañear...

Salgo trastabillando por el pasillo, pero de nuevo el maldito espejo me devuelve la imagen de una mujer con pelos de loca. Vuelta al servicio en busca de una goma para poderlos recoger. Joder, ¿cómo coño se pone en orden este desaguisado? Tras media hora de frustrados intentos, buscando la manera de que quede bien, consigo formar lo que parece una coleta sin demasiados pelos espantados. Una uña ha quedado inutilizada por el camino, pero es tiempo de partir. Me esperan en el trabajo. Ni rímel ni pintalabios. ¡Que les den! Cojo el bolso por inercia y salgo corriendo.

Seis torceduras de tobillo después estoy en la parada de autobús. Veo un abuelo mirándome el culo. Hago como si nada. Miro el reloj: las 8:25. Apenas tengo cinco minutos para llegar. Recuerdo que trabajo en un banco y que esta tarde tengo cita con la esteticién para hacerme la manicura, las ingles y todo lo demás... ¿¿Por qué habré quedado para hacer semejantes cosas?? ¡¡¡Coño nooooo!!! Acabo de recordar que tengo novio formal y es votante de Ciudadanos (Aaaaagggghhhhhhh!!!). Anoche me llamó y me dijo que hoy me llevaría a cenar al mejor restaurante de la ciudad, ya que tenía algo muy importante que preguntarme. Ya lo veo, engominado a lo pijo-de-luxe, arrodillado mientras me lanza la pregunta con un anillo en la mano. ¡Con estos tacones no podré salir corriendo y todos se quedarán mirando mientras tartamudeo el "sí quiero"! Horror ¡después igual quiere follar para redondear la faena! Joder, por eso pedí cita. No, no, ¡noooooo! Tengo que encontrar una salida para esta pesadilla.

Llego al banco sin aliento. Andrés, el director, me lanza un guiño insinuante mientras recorre mi cuerpo haciendo una parada especial en mis tetas. "Le meto una hostia que lo enderezo", pienso, pero trato de disimular y pongo la cara más amable que puedo mientras me contoneo desesperado por el pasillo en busca de mi sitio. Todos los varones de la sala giran sus cabezas 180 grados como lechuzas. "Con este culo, esta falda asfixiante y este calzado ¿qué demonios puedo hacer para evitar que se vuelvan todos gilipollas?", medito, mientras me juro ir a comprar el modelo más ancho que pueda para evitar semejante efecto. Y en esas estoy, dejando el bolso encima del asiento, cuando me entra la mala hostia: "¿¿¿Y por qué voy a tener que parecer una monja para que me dejen todos en paz???". Acto seguido tiro distraídamente un bolígrafo al suelo y me agacho con lentitud asegurándome de que todos vean mi culo perfecto en todo su esplendor, con la esperanza de que a más de uno le dé tortícolis y un buen tirón muscular. Me levanto, miro hacia atrás, y ahí están todos como pánfilos con cara de aparición mariana. Sólo Pedro ha conseguido disimular. Parece que es el tímido de la oficina. ¿Empiezo a pensar que me cae mejor que los demás?

Tras horas haciendo llamadas y recibiendo clientes mientras intento "encasquetarles" el último fondo de inversión de renta variable "garantizado" con el que el banco se queda una módica comisión del 5%, que por supuesto no aparece más que en letra pequeña en el último rincón del contrato, estoy agotado. Ante mi asombro he asistido al efecto que tiene poner morritos de forma coqueta a un varón. Y eso que no llevaba carmín. Los hombres somos gilipollas, certifico; pero esto habrá que aprovecharlo. Tomo nota mental sobre el asunto del pintalabios y me sorprendo a mí mismo pensando qué color quedará mejor en mis labios. "Estás fatal. Tío, espabila o le acabarás pillando el gusto a esto..."

Cita en la esteticién. ¿Qué sádico peligroso inventó semejante tortura? Llego y me da dos besos. Recuerdo que vengo bastante a menudo. Soy una pija estilosa, es lo que tiene. Me pone música new age y me pide que me relaje. Y ahí estoy, todo despatarrado, dejando que hurgue en mis rincones... No puedo evitar pensar que Ana la esteticién está bastante buena. Buahh, me estoy poniendo cachondo. Afortunadamente sin pene la cosa no es tan obvia y lo podré disimular. Tengo los pezones como pitones apuntando al firmamento. Trago saliva, pero, de repente, ya no va a hacer falta tanto disimulo: "¡¡¡¡¡AAAAAAYYYYYYYYYYYY!!!!!!!¡¡¡¡Me cagüen tu puta madre!!!!". El improperio me ha salido del alma y ahora, muerto de la vergüenza, pido mil disculpas. Ana, la esteticién buenorra, me mira como si me hubiera chutado algo. "Pero Laura (¿¿¿¿me llamo Laura????) ¿qué te pasa? Nunca habías gritado tanto. Si tú eres una valiente...". Y yo me pregunto cómo diablos se puede ser valiente con un dolor tan atroz asestado para conseguir una cosa tan tonta. Y entonces vuelvo a caer en la cuenta de para qué estoy haciendo esto... ¡Noche de sexo! Más vale que se contenga el "ciudadano" engominado. Como saque el pito se lo meto por el culo...


Llega la noche y he decidido que ni "jarto de vino" voy yo a esa cita en el restaurante. Cojo el teléfono y llamo a Miguel (que así se llama el "ciudadano"):

YO: Hola cariño, ¿cómo estás? Perdona que te llame a estas horas, pero es que no voy a poder ir. Creo que me he puesto mala. He tenido un día de perros. No paro de toser y me duele mucho la cabeza... (toses varias para ambientar, y un par de suspiros). Mira que me sabe mal no poder ir, con todas las molestias que te has tomado...

MIGUEL (novio engominado): Ohhh, ¡¡¡¡pobrecita mía!!!! No te preocupes por nada, ya lo haremos otro día. Me paso un momento por el chino (¿chino? ¡qué tío tan cutre para ser votante de Ciudadanos, ¿no se podía estirar un poco más?) y en un pis-pas estoy ahí y me quedo toda la noche para cuidarte, que ya sabes que se me da muy muy bien... mmmmmmmm.... (¡Dios! ¡Buaaajjjj!)

YO: No cariño, de verdad que te lo agradezco, pero no. Además, me ha venido la regla y... bueno...

MIGUEL ("ciudadano" venido a menos, que invita a comida china): Oh, pobrecita mía, ¡estás malita! Te ha venido la regla además. Pobre... Yo te cuidaré. Ya sabes que a mí me dan igual esas cosas...

YO: ("¡Joder qué asco!") No insistas cariño, hoy estoy muy cansada. Pero no te preocupes que te lo compensaré...

(Se hace el silencio al otro lado de la línea telefónica)

MIGUEL (novio con priapismo en ciernes, tragando saliva): ¿que me lo... compensarás? Quieres decir cariño que...

YO (Oscar al mejor actor... ¿o actriz? de reparto): Sí, sí, cielo; eso mismo quiero decir. Si hoy descanso bien mañana estaré como una rosa y... bueno, ya sabes...

MIGUEL (novio a modo de burro expectante, con una buena zanahoria frente a su hocico): ¡No se hable más! Descansa, descansa cariño... Mañana ya te llamaré.

YO: ¡Un beso!

Cuelgo sin dar lugar a ninguna réplica más. Siento el sudor en mi frente. De buena me he librado. Me quito la ropa y permanezco mirando largamente mi cuerpo desnudo frente al espejo... ¡Vaya telar!
Cuando puedo apartar los ojos me pongo el pijama y me voy a dormir. No puedo evitar pensar en lo que acabo de ver, y en Ana la esteticién, haciendo su labor entre mis muslos... Quedo pensativo. ¿Cómo demonios será... un orgasmo femenino?
Me pongo manos a la obra concienzudamente y, para mi sorpresa, el flujo y reflujo, los espasmos que me recorren, su duración... bufffff... ¡¡Chaaaaval!! Quién lo habría dicho.  De tanto trajinar, agotado, me quedo dormido.

De repente suena el despertador. Son las 7:30 de la mañana. Asustado, me toco entre las piernas. ¡¡¡Guaaaaaaaaa!!! ¡Ahí está! ¡¡¡Ha regresado!!!! De un salto me pongo en pie, encima de la cama. ¡Compañero de fatigas! ¡Dichosos los ojos que te ven!

De buen humor preparo el desayuno, mientras repaso los acontecimientos de ayer y me doy cuenta de que me siento un poco raro. Ahí está el emblema de la CNT. No he votado en la vida al PP ni me voy a tener que hacer las ingles brasileñas. Tampoco trabajo en un banco, ni creo que hoy me miren el culo al pasar con descaro. ¿Fue un sueño o fue real? En cualquier caso, creo que ya no podré ver a ningún engominado sin salir corriendo, ni tener un orgasmo sin echar cosas de menos. Hay sucesos que marcan, ¿verdad?

Qué cosa más extraña es esto de la "hombría". ¿Es algo que se lleva entre las piernas o también lo puede tener una mujer? En cuyo caso, opino, habría que cambiarle el nombre. No lo digáis por ahí o, con los tiempos que corren, acabaremos hablando de "hembría". Os lo digo yo.










No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuéntame lo que quieras...