Es como conducir
por una carretera vacía
en un día gris.
Sigues tu camino
como si nada pasara,
sin querer pensar en lo que dejas atrás.
Miras a los lados.
Te fijas distraídamente en señales
de salidas alternativas,
sin mucha pasión e interés.
De vez en cuando oteas el horizonte
pero no sabes dónde vas...
Y, mientras sigues tu camino,
un relámpago se refleja en el retrovisor
y su luminosidad te atrapa.
Te quedas mirando fijamente
esperando que caiga otro rayo más
que dañe la sensibilidad de tu retina.
Pensando que estás hecho de tormentas,
de caminos curvos
y no de líneas rectas.
De destinos escondidos
que apenas alguna vez
sentiste compartir.
Entonces una sonrisa triste
y una punzada
en algún lugar que todavía palpita...
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