martes, 31 de julio de 2018

No te voy a soltar




...cada día que amanece
es un milagro
que clama
por ser reconocido...

y hoy...

...hoy te tengo cogida tan fuerte
que aunque quisieras
no podrías caer
y no te voy a soltar, te lo aseguro
mi pequeño milagro...


(cada día que pasa te quiero más... 
vamos allá, sin miedo, 
juntos los dos)














viernes, 27 de julio de 2018

Y le dijo...






Y le dijo que iría a buscarla
cada día de tormenta
y que no habría lugar
donde pudiera estar lejos de él
ni fantasma
que pudiera permanecer
en su presencia...











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      "Casi muero por todas las lágrimas  que no derramé", pensó. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas, por su barba y por su peto. Como provenían de su corazón, estaban extraordinariamente calientes, de manera que no tardaron en derretir lo que quedaba de su armadura.
       El caballero lloraba de alegría. No volvería a ponerse la armadura y cabalgar en todas direcciones nunca más. Nunca más vería la gente el brillante reflejo del acero, pensando que el sol estaba saliendo por el norte o poniéndose por el este.

     Sonrió a través de sus lágrimas, ajeno a que una nueva y radiante luz irradiaba de él; una luz mucho más brillante y hermosa que la de su pulida armadura, una luz destellante como un arroyo, resplandeciente como la Luna, deslumbrante como el Sol.
      Porque ahora el caballero era el arroyo. Era la Luna. Era el Sol. Podía ser todas estas cosas a la vez, y más, porque era uno con el universo.
        Era amor.


"El caballero de la armadura oxidada", Robert Fisher








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"Respira y recuerda que se te ha concedido un nuevo día y que para vivirlo debes estar aquí [...] Confía en que puedes continuar [...] Puedes convertirte en una antorcha que no sólo llene de luz a quienes están cerca de ti..."


Thich Nhat Hanh








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Siéntate y escucha, como si fuera tu abuela la que te hablara...






      "Y ahora, ovejita, ¿dónde estás? Estás allá lejos mientras escribo, entre los coyotes y los cactus; cuando estés leyendo esto, probablemente estarás aquí y mis cosas ya estarán en el desván. Mis palabras, ¿te habrán puesto a salvo? No tengo esta presunción, acaso tan sólo te hayan irritado, habrán confirmado la idea ya pésima que de mí tenías antes de marcharte. Tal vez sólo puedas comprenderme cuando seas mayor, podrás comprenderme solamente si has llevado a cabo ese misterioso recorrido que conduce desde la intransigencia a la piedad.

      Piedad, fíjate bien, no pena. Si sientes pena, yo bajaré como esos duendecillos malignos y te haré un montón de desaires. Lo mismo haré si en vez de ser humilde eres modesta, si te emborrachas de chácharas en vez de quedarte callada. Estallarán las bombillas, los platos se caerán de los estantes, las bragas irán a parar a la araña central, no te dejaré tranquila desde el amanecer hasta bien entrada la noche, ni un solo instante.

      No es cierto: no haré nada. Si estás en alguna parte, si tengo la posibilidad de verte, sólo me sentiré triste tal como me siento cada vez que veo una vida desperdiciada, una vida en la que no ha logrado realizarse el camino del amor. Cuídate. Cada vez que, al crecer, tengas ganas de convertir las cosas equivocadas en cosas justas, recuerda que la primera revolución que hay que realizar es dentro de uno mismo, la primera y la más importante. Luchar por una idea sin tener una idea de uno mismo es una de las cosas más peligrosas que se pueden hacer.

      Cada vez que te sientas extraviada, confusa, piensa en los árboles, recuerda su manera de crecer. Recuerda que un árbol de gran copa y pocas raíces es derribado por la primera ráfaga de viento, en tanto que un árbol con muchas raíces y poca copa a duras penas deja circular su savia. Raíces y copa han de tener la misma medida, has de estar en las cosas y sobre ellas: sólo así podrás ofrecer sombra y reparo, sólo así al llegar la estación apropiada podrás cubrirte de flores y frutos.
      
Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda aún más. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve."


"Donde el corazón te lleve", Susanna Tamaro









domingo, 22 de julio de 2018

Ocupar tu mismo espacio

  

Alas de mariposa

"Si en un sistema se produce una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a corto o medio plazo."









      Cosas que decir. A veces es lo más importante lo que se escapa. Lo no dicho. Lo que casi no se puede pensar.

      Te veo a lo lejos. Siento tu presencia. La deseo. Quisiera que algo fuera distinto, pero jamás te cambiaría a ti. Los días se suceden como si un dedo los dibujara con un círculo en la arena. Siempre el mismo círculo, con el mismo centro, pero nunca igual. Si se tratara de la arena de la playa la marea lo borraría, pero yo lo volvería a dibujar. Aunque este círculo perfecto no lo dibujamos nosotros. Hay algo que dibuja más allá de ti y de mí. Es el caos ordenado de dos revoloteos de alas, cambiando el mundo al otro lado del planeta, sin capacidad de hacer nada por poderlo evitar.

      Te imagino en la tienda acercándote a ese hombre, midiendo su altura. "¿Será la misma que la de...?" "Oh, me ha guiñado un ojo". Al mismo tiempo, en otro lugar, contemplo el techo desde la cama. La luz que penetra por la persiana dibuja objetos en mi imaginación. Se mueven y vuelo. Para la mente no hay límites que cumplir. La mía es tan libre e irreverente que no se podría encapsular. Soy una cosa extraña; un ser extraño, como de otro tiempo. A veces no me reconozco en los demás. Otras veces sí, y pienso que todos somos extraños. Seres procedentes de otra dimensión, que aterrizan en ésta. Extranjeros, al fin y al cabo, pero sin procedencia conocida (¿se puede ser extranjero así, si no sabes dónde naciste, ni si has nacido alguna vez?).

      Añoro algo que sé que no he perdido. ¿Lo compartirás conmigo cuando lo encontremos los dos? Palabras todas ellas extrañas, también. ¿Y si me buscas en cada cosa que ves? ¿En cada persona que te cruzas en la calle, detrás de cada rostro? A veces te siento en mis manos, te pienso tomando el café de la mañana, con aroma a jengibre y canela. La distancia es relativa donde no existe distancia. Aun así, quiero ocupar el mismo espacio que tú. Sólo existe una forma, una manera para poder conseguirlo. Comprimamos el espacio con desesperación. Más cerca. Un poco más. No apartes tus ojos de los míos. Quiero más. Mucho más. No pararé hasta penetrar en tu espacio. Hasta derramarme del todo en él, mientras te rodean mis brazos.   










martes, 17 de julio de 2018

Pronunciar palabras constantemente sin necesidad de abrir los labios







      Tómame de la mano esta noche. Caminemos juntos los dos. Cuéntame cuáles son tus miedos, tus pesares; también tus deseos más fervientes, o aquello que hace que entres en ebullición. Contemplemos las estrellas. Su luz palpitante que llega hasta nosotros esta noche tranquila. Caería contigo hacia el cielo en busca del origen de todo. Del misterio que somos, eso que compartimos.

      ¿Escuchas mi respiración? Pon tu mano en mi pecho. Dime si eres capaz de sentir que el ritmo de mi latido no te es extraño, que te es sencillo de descifrar. Mis ojos se posan en tu mirada y acampan en ella. Hoy dormiremos en el exterior, con el firmamento como manta. Te cantaré una canción antigua que no sé de dónde proviene. Estoy seguro que la vas a reconocer. Nada tiene que ver con palabras. Cuando me tocas, la canta tu cuerpo. Es como una llamada lejana que exige la satisfacción de un anhelo. La llamada de lo salvaje, atravesando la noche y nuestros cuerpos.

      Desnudo mi alma en susurros mientras te desnudo a ti. Te contemplo y contengo la respiración un instante. "No hay nada que atrapar" -recuerdo; "báñate en la corriente viva de este momento y piérdete en su calor". Tu calor, y el frescor de la noche. Las estrellas son testigo. Unos grillos cantan a lo lejos y el rumor del viento entre las hojas de los chopos se convierte en marco de algo que no se puede asir. Me atraviesa ahora. Me atraviesas tú. Tu alma tendida junto a la mía se rinde sin condiciones. Existe algo que no ha sido nombrado jamás, en este momento. No recuerdo su nombre, ni el tuyo, ni el mío. Somos simplemente este ahora. Tu calor en mi piel, abarcándolo todo. No hables. No mancilles lo perfecto con el lenguaje humano, tan limitado frente a esto que no acepta añadidos... Cuando los interrogantes se desvanecen, dan paso a una exclamación callada. Soy asombro que se asoma a otro asombro y se encuentra con él. Piel que delira sobre otra piel. Sólo eso somos tú y yo. Estrellas fugaces que danzan sin necesidad de porqués entre el "cri-cri" de los grillos, bajo este cielo nocturno.

      Sin límites definidos siento tus latidos muy dentro de mí. Dos cuerpos jadeantes. Un concierto de grillos. El rumor del viento entre las copas de los chopos. Las estrellas de verano... Los unos a los otros se pasan el mensaje. Es esa extraña canción sin letra que nos habita a todos. La llamada de la sangre y la savia entrelazadas. Escucha su silencio. Sin abrir los labios, no paran de hablar...













jueves, 12 de julio de 2018

La luz que nunca falta en el alma








          Esa "luz que nunca falta en el alma". Cuántas veces recuerdo esta frase en los malos momentos. ¿Yo vi esa luz? Tal vez me rozó, la sentí en algún momento, sí. Pero "el que habla no sabe, el que sabe no habla", y yo no paro de hablar; y mis palabras no son convincentes precisamente por eso. "De todo lo que quieras contar, cuenta sólo una quinta parte." "Sólo el ladrón conoce al ladrón." Frases que me recuerdan constantemente, que están inscritas a fuego en los templos donde me pierdo a buscar. Pero soy torpe, lo reconozco. Cuando la gente que quiero tiene problemas intento ayudar, y lo hago como un elefante en una cacharrería, como lo que soy.

          "Soy un desastre en el amor", me dice. Y no puedo evitar pensar que lo ha cuadrado, que como epitafio no está nada mal. Pero claro, podríamos compartir la frase; con mi "ella de antes" podría hacerlo... Y mi otra ella, la de ahora, tan luminosa, tan dulce, me habla de lo que puede compartir con dudas. Y puedo percibir las nubes negras aparecer en el cielo de su mente. ¿Pero es que no te ves? Eres tan especial que casi duele contemplarte, de lo bonito que es el aroma que desprendes sin querer. Qué complicada hacemos la vida cuando la vida se complica, queriendo o sin querer. Pero lo único importante es que estamos aquí. Que yo estoy aquí y que tú también lo estás; y que no va a haber ningún reproche. No llegué hasta ti para eso... Aquí, cada día, vuelve a salir el sol. El aire vuelve a envolvernos de nuevo y los que nos quieren de verdad se quedarán, y se entrelazarán en nuestro interior de tal forma que ya no sabremos distinguir dónde acaba el uno y comienza el otro, o viceversa.

         Día a día, momento a momento. Cada instante importa. Seamos valientes y abiertos. Dejémonos ser, como esos barcos de papel que, de niños, lanzábamos a la corriente y veíamos flotar, mientras el agua discurría sin preocupaciones de camino a su destino...


         Y de fondo sigue sonando la misma canción, con el mismo estribillo: "Te lo diré una vez más: te quiero. Lo demás, no importa..."
















miércoles, 11 de julio de 2018

A tu lado









Sin poesías, sin letras, sin nada.


Voy a tu lado
entretejido a tus pasos
donde el viento nos lleve...


(y no pienso soltarte, mi pequeña flor)













martes, 10 de julio de 2018

El cuerpo que eres








            El cuerpo no es una propiedad del yo, ni un objeto, ni un instrumento de nada. El cuerpo es lo que eres, tanto como tu mente; y tal como seas, te reflejará con absoluta fidelidad. Si eres miedoso tu centro de gravedad se elevará hacia arriba y, cuanto más lo seas, más arriba estará y más obvio resultará el desequilibrio. Tu ego te tendrá atenazado de tal forma que contraerá todos tus músculos creando una coraza, y desde tu abdomen -que es donde debiera estar-, tu centro de gravedad ascenderá hacia tu pecho, desequilibrándolo todo.

            Cuerpo, mente y emociones forman un todo indivisible. Cuando la mente está tensa, el cuerpo lo está. Cuando no aceptas algo, tu cuerpo responde. Cada emoción bloqueada termina formando parte de tu coraza muscular, produciendo insensibilidad. En el hombre/mujer medio, esta coraza lleva tantas batallas a cuestas que, con el paso de los años, termina provocando una rigidez apreciable desde el exterior. Se trata de la lucha del ego por sobrevivir. Somos como el Gollum, y nuestro ego es nuestro falso tesoro; suplantación de identidad de la que nuestros cuerpos son pura queja. Para ir más allá -de regreso al hogar-, la inmovilidad física es necesaria. En el paso desde la superficie de la conciencia hasta el fondo, siempre hay turbulencias. Zonas agitadas donde la coraza se comienza a resquebrajar. Entonces surgen emociones olvidadas, acompañadas de lágrimas muchas veces. Otras es la furia la que emerge, de la que nunca -tal vez- fuiste consciente y que empleabas para no sentir y bloquear lo que te había hecho tanto daño... Sin embargo, si el guijarro que es tu mente abandonada al silencio, alguna vez logra tocar el fondo del lago, desvanecerá todas las tensiones de repente. Tu cuerpo se modificará momentáneamente sin que hayas hecho absolutamente nada por conseguirlo; todos los músculos serán distendidos de golpe, como en un derrumbe, y tu centro de gravedad se colocará en el bajo vientre de nuevo, mientras todo esto será "saboreado" en un trasfondo de paz...

            Hace muchos años, en Japón, una persona que no estuviera bien colocada en su centro se consideraba que no era de fiar. Me pregunto qué habrían pensado aquellos japoneses si se dieran una vuelta y miraran hoy nuestros cuerpos, producto de una sociedad tan enferma como la actual...




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            "El hombre de nuestra época es un extraño en su propio cuerpo. Toda nuestra educación está concebida para que el individuo se integre en el mundo civilizado, para que no sea un extraño en ese mundo. Y ese mundo es un mundo artificial, totalmente fabricado por el hombre. Hacen falta decenas de años de preparación para poder vivir en él. En la actualidad, la mayoría de los hombres sólo ven, utilizan y conocen cosas fabricadas o modificadas por el hombre. Se necesita un manual de instrucciones para el más mínimo gesto de la vida civilizada, esa vida que transcurre fuera, en el mundo de los objetos donde el propio cuerpo del individuo no es sino un objeto...

            El hombre civilizado, el hombre social, ajusta su comportamiento en función de los imperativos propios de su estado civilizado. Pero el cuerpo no está civilizado. Para él, la civilización no es más que una gran broma. Él sólo conoce la huida o el combate, y reacciona como aprendió a hacerlo en la jungla prehistórica: vertiendo adrenalina en el circuito, a fin de provocar una vasoconstricción de la arterias del sistema vascular periférico. Una sabia precaución: en caso de herida, sangrará menos. Elevación de la presión arterial, aceleración del ritmo cardíaco y respiratorio, aceleración de la circulación en los músculos y aportación acelerada de materias nutritivas, liberación de la energía..., todo está previsto para favorecer la eficacia en el combate o en la huida.

            Son reacciones naturales y espontáneas del cuerpo. Son incontrolables, y sus efectos desaparecen con la misma espontaneidad cuando el peligro ha pasado, cuando el hombre ha encontrado refugio seguro donde ya no se encuentra amenazado por ningún peligro. Entonces se abandona al disfrute de la seguridad. Saborea la paz, confiado y tranquilo. Mira jugar a sus hijos o acaricia a su mujer, o se entrega a una ocupación particularmente relajante: rascarse y quitarse pulgas y piojos.

            En la actualidad nadie hace eso. No me refiero a las pulgas, sino al disfrute sencillo y feliz de la paz en un hogar a resguardo de todo peligro, tranquilo, rodeado de afecto, con confianza en la vida y el futuro. Hemos introducido el peligro en el refugio más íntimo, en el más seguro. Se trata de una amenaza permanente, ya que la llevamos en el fondo de nuestra conciencia: el miedo al paro, al plazo a fin de mes, a ser superado, a no estar a la altura, etc. De todo eso, el cuerpo sólo comprende una cosa: la inseguridad. Y traduce: peligro. Y reacciona: huir o combatir, luego adrenalina-lina-lina...


        El cuerpo no entiende ni las bromas, ni la alegoría, ni la metáfora, ni la ironía, ni el sobreentendido. Para él no existe sino la verdad, y reacciona como aprendió a hacerlo en la jungla prehistórica... Desde hace dos millones de años, frente a la agresión, el hombre levanta los brazos doblados por el codo para protegerse la cabeza, hundiendo ésta en los hombros. Frente al peligro permanente, el hombre civilizado de nuestra época tiene la misma actitud. Permanentemente. El hombre social controla su apariencia. No levanta los brazos cuando está mirando la televisión o haciendo un examen, pero sus músculos se contraen del mismo modo y permanecen contraídos día y noche. Toda la vida.

            Hace apenas treinta años, la enfermedad de los responsables era el precio que pagaban, por sus excesos, los grandes jefes, los grandes dirigentes, aquellos que, bajo el peso de sus responsabilidades, no encontraban descanso y tranquilidad. Los síntomas eran el cansancio permanente y excesivo, la irritabilidad, la hipertensión, la depresión nerviosa, la diabetes y, por último, el infarto de miocardio o la hemorragia cerebral.

            En la actualidad eso se ha convertido en una epidemia mundial. Afecta a todas las capas sociales, a los jóvenes y los ancianos, a los hombres y las mujeres. ¿Quién no tiene hoy la impresión de estar desbordado por las tareas y obligaciones más diversas? ¿Quién no se siente acosado, abrumado por responsabilidades, estresado? Con gran frecuencia, el hombre y la mujer actuales se sienten arrastrados por un engranaje y no saben cómo salir de él, cómo escapar. Se sienten atrapados en una red y son incapaces de hacer ni siquiera un primer esfuerzo para librarse de ella. Y no crea que oscurezco el cuadro. ¡Todavía es mucho más negro de lo que yo lo pinto!...

            Con frecuencia se puede adivinar el carácter de las personas por su rostro: el jovial, el colérico y el melancólico tienen rasgos fácilmente reconocibles. ¿A qué se debe eso? A la expresión de su rostro, que está constituida por contracciones musculares específicas. Hay contracciones permanentes que se instalan en el rostro, lo surcan de arrugas y dan una forma al semblante. Y no sólo al semblante; la expresión del rostro se prolonga por todo el cuerpo. El cuerpo expresa el carácter de la misma forma que el rostro, mediante contracciones musculares específicas y contracciones permanentes que tan sólo la relajación profunda llega en ocasiones a eliminar.

            Muy a menudo, las tensiones de expresión del cuerpo resisten a la relajación porque las tensiones de expresión del rostro no han sido borradas. Y en ocasiones, cuando se consigue realmente por primera vez, el rostro resulta irreconocible. Bajo la máscara, bajo ese rostro que se forma por reacción a los acontecimientos de la vida cotidiana y que se ofrece al entorno, aparece el verdadero. El rostro que no está formado por el exterior, sino que es la expresión de lo que somos en el fondo, en lo más profundo. Y es muy raro que ese rostro no sea extraordinariamente hermoso."

Vlady Stevanovitch












lunes, 9 de julio de 2018

Toda definición muere cuando me encuentro contigo










Algo que es tan simple
y soy incapaz de explicar...


oculto,
tras el arribar de tus detalles a mi puerto
un sentimiento de luz
que a su ritmo va calando profundo
como calan las gotas de lluvia en el páramo yermo
haciendo la hierba brotar


que se entrelaza a nuestro devenir
clamando destinos
en esta amplitud íntima, compartida
que tan viva está...


"deja que te cuente...", dices
y me acurruco en torno a tu fuego
insistente en el asombro
insaciable en el conocimiento de cada surco en tu piel
"quiero más de tus ojos saber", continúo
y me sorprenden tantos matices...
lago hondo, tan hondo
¿de dónde surge tu sentir?
permite que me hunda hasta tu fondo...


dilúyete y vierte tus ríos en mi mar
llévame hasta el más remoto islote
que ningún humano pudo antes contemplar
ése en el que, a escondidas
no se atreve tu alma apenas rozar
cuando a solas se encuentra contigo


comparte tus piedras pesadas
que la oscuridad no será tanta si estamos los dos
nunca  más brillante es la luz
que cuando la propia ilumina los ojos queridos
hay caricias para las que no existe el ocaso
y yo te digo:
"siempre me sabe a  poco perderme en ti,
no quiero encontrarme más...."


ven, acércate a este rincón resguardado
donde el viento no azota y no existen zozobras
a este cálido vibrar
a este tacto con-sentido
ven, quememos las naves tú y yo
que culpable me declaro ya
de no saber querer poco, cuando te encuentras conmigo...


bendita oración
de tus pensamientos no poderme despegar
y que tú a los míos quedes prendida


sonríe entonces, huracanada tempestad
toda definición muere cuando me encuentro contigo















viernes, 6 de julio de 2018

Un regalo









      Es raro y luminoso. Es delicado. Inquietante también. Leer a mi amigo sin poder parar y pensar que soy yo el que escribe esas líneas, aun sabiendo que jamás seré capaz de semejante belleza. Y lo sigo leyendo, y no puedo parar de llorar. ¿Por qué? La belleza se derrama a veces y, al reconocerla sin protección, te derrumba... Tú, que has estado a mi lado; que estuviste allí, cuando los cielos hablaron...

      Te dije que me acompañaras al exterior aquella noche de diciembre, donde, muertos de frío, nos mantuvimos sentados, inmóviles, inertes a la intemperie, buscando lo que existía antes del nacer. Tú, que estuviste a mi lado, en aquel momento... Tus palabras son puro silencio articulado que revolotea e impacta no sé dónde, recordándolo todo. Tan lejos, tan cerca, al mismo tiempo. En ese tiempo fuera del tiempo, donde no hay un sujeto que reconozca, ni nada reconocido, ni separación entre ambos. Despliegas formas y detalles, y los denominas naderías, sin ninguna pretensión. Me traes a la vida de nuevo, prometiendo que, si presto suficiente atención, seré capaz de ver cómo eso sin nombre que nos pertenece penetra en todo, como la luz en cada amanecer. Tú que eres puro asombro sin darte cuenta, me lo muestras y conmueves. Mi mirada, a veces, es capaz de llegar hasta la tuya y quedarse ahí, contemplándolo todo...

      No tienes ni idea del don que tienes, pequeño saltamontes; como el niño que juega totalmente absorto y no repara en ello. No existe nada más. No puede existir nada más. Ningún porqué, ninguna causa. Así son tus letras...














jueves, 5 de julio de 2018

Parar









Brotan las palabras en torrente
y no las puedo parar
no las quiero parar
parar
parar...
no sé lo que significa ahora esa palabra

y no lo entiende la razón
ni lo puede entender
hay algo que ha desplegado todas las velas
contra la tormenta
y no se puede parar
parar
parar...
no puede parar

y está desbocado
y debería estar preocupado, pero no
la brújula está secuestrada en manos de una chispa encendida
en un reguero de pólvora seca
y no la puedo parar
no la quiero parar
parar
parar...
¿qué significa esa palabra?












miércoles, 4 de julio de 2018

Cajitas, elefantes y libélulas










      Cajitas, elefantes y libélulas. Me quedo escuchando como sólo un tonto puede escuchar. Abierto, como un tonto; embelesado, como un tonto, que te busca y encuentra, y se pierde en ti para recuperar algo... Creo que sería imposible encontrarnos si no hubiéramos estado juntos primero. Imagina que fuéramos dos planos de la realidad distintos, separados. ¿Cómo podría existir esta caricia, aquí, que me dejas? Sería un imposible. Pero no, aquí estás, y yo te escucho, y te entiendo, o me entiendo, o entiendo a los dos. Muero por reconocerte. Llevaba tanto tiempo entre pólvora mojada que no podrías llegar a comprender -en todo su calado- la impresión que me causan tus palabras, lentas, dulces, como gotitas de agua que caen, capaces de horadar la piedra más dura del universo. Y yo no soy piedra, soy mucho más blando de lo que imaginas, y eso me hace resistente, porque me sé amoldar a todo tipo de contornos, pero también me convierte en lluvia, y me derramo, y mojo, siempre intentando alcanzar todos los rincones; tus rincones. Me provocas una terrible curiosidad y quiero llegar hasta tu final, si eso fuera posible, porque sé que no lo es. Finales, principios, ¿qué demonios significan? No, pequeña, esto no va de aprender, ni de recorrer, sino de recordar; es cosa de reminiscencias... Tal vez sea en ti, como me recuerdo. Si no hubiéramos estado juntos primero... Y es que se siente, ¿verdad? Entonces no hables. Calla. No razones para equivocar los cielos. Somos cronopios los dos.

















lunes, 2 de julio de 2018

Lost in translation









¡Zas!

Menea ese precioso culo ya
y escandaliza al viento
mientras me muestras
lo aprendido
en tus clases de inglés.

Y ponte seria
o lo vas a estropear...

(Necesito traducción con tacones de esta canción... y que te pierdas en ella)





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      Folladas entre la piel ardían revueltas las lenguas, henchidas de espasmos; monstruosos gemidos las entrañas hacían temblar. Palabras sucias, tirones de pelo, penetraciones en puertas prohibidas derramando sus frutos. Chorreantes restos dejando regueros, saliva y otras sustancias en busca de dedos que las tomen y dirijan a las bocas, para confundirlas con otras más... Cuerpos torturados, sonidos guarros, gritos de "puta"; recuentos de espasmos, sudor en el vientre, arqueos de espalda. Caderas castigadas, quererse morir con las uñas mordientes, haciendo lamentos brotar... Tiempos perennes, segundos infinitos, explosiones que continúan negando la muerte... Término de fiesta, calor en los cuerpos, sudor compartido, abrazo final. Fundido a negro... Amanecer entrelazados, sonidos de pájaros entre las ramas de los árboles. Saber que no ha sido un sueño. Acariciar tu cara. Velarla antes del despertar... Recibir con un beso tus párpados abiertos, y a tu alma con una sonrisa callada. Ver tu flor posada en el jarrón, recordando todo lo importante...




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(amaneceres...)

No prefiero ninguno de los dos
te quiero a ti, 
para tenerlos ambos;
pero reconozco la incitación del segundo
y la comparto.

¿Viste?, esta mañana han salido dos soles...








domingo, 1 de julio de 2018

Los dos ríos...





Dale al play...








Permite que te diga que
si vienes a mi encuentro con esa flor
me rendiré -eternamente-
en son de guerra...

Que en mis esquinas hacen carambola tus soles
que tantos son
que no sé dónde meterlos ya
como continúes de estas maneras

Que tu voz por la mañana
-nada más levantar-
arrasa telarañas de todos mis rincones
dulce, suave vendaval

Que no diré más
por vergüenza
que debería hablar de sexo con marcas y azotes
arañazos y tirones de pelo
en vez de convertir este espacio en pastel
(a consecuencia de mares de espuma)
sería mucho menos pornográfico
y pegaría bien como complemento
de ese son

Así que no tardes
ven, mientras vas dejando caer la ropa
te espero en el rellano, junto a la puerta que abrí...