Existe un elemento común en la
capacidad de percibir belleza [...] un fondo invisible sin el cual esta
experiencia no sería posible.
Allí donde haya belleza y apreciación
de las cosas simples de la vida, busca dentro de ti el fondo de esa
experiencia. Pero no busques como si estuvieras
buscando una cosa. No puedes localizarlo y decir “Ya lo tengo”,
ni agarrarlo mentalmente y definirlo de algún modo. Es como el cielo
sin nubes: no tiene forma. Es espacio, es quietud, es dulzura... e
infinitamente más que esas palabras. Cuando eres capaz de sentirlo
directamente dentro de ti, se acentúa. Así que cuando aprecies algo simple
-un sonido, una imagen, un tacto-, cuando veas belleza, cuando
sientas amor hacia otra persona, siente la espaciosidad interior que
es la fuente y el fondo de esa experiencia. Es del espacio interior de donde emana
la conciencia no condicionada, la verdadera felicidad, la alegría...
Quédate inmóvil. Mira. Escucha. Hazte
presente.
El ser no está afectado por la
juventud o la vejez, la riqueza o la pobreza, lo bueno, lo malo ni
ningún otro atributo. Es la espaciosa matriz de toda forma...
Eckhart Tolle dixit...
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“¡Qué poco hace falta para la
felicidad! […] precisamente las cosas más mínimas, las cosas más
suaves, las cosas más ligeras, el ruido de una lagartija, un
aliento, un guiño, una mirada; con muy poco se consigue la mejor
felicidad. Quédate quieto”
Un curioso texto de Nietzsche...
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eres belleza en movimiento
y no reparas en ella
eres belleza cuando estás parada
pero no lo ves
eres hermosa y no lo puedes evitar
y en el mismo fondo en el que te
reflejas
me reflejo yo
una misma presencia sin forma
compartida
con dos cuerpos y dos mentes
que se buscan y encuentran
al fin
dime quién eres y te diré quién soy
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