domingo, 20 de mayo de 2018

Un hueco mental


A veces necesito parar el tiempo, soltarlo todo y olvidarme de mí. Entrar en ese "espacio" vacío donde se refleja todo; el acantilado donde rompen todas las olas que entran por los sentidos, todos los pensamientos que provienen de mi pequeño y asustadizo "yo". Dejar que todo ocurra, sin más.




El zumo de manzana de Thanh Thuy

Hoy han venido tres niños, dos niñas y un niño pequeño del pueblo, para jugar con Thanh Thuy. Los cuatro corrieron hacia la colina que está detrás de nuestra casa; estuvieron fuera casi una hora. Cuando volvieron para pedir algo de beber, cogí la última botella de zumo de manzana casero y les di un vaso entero a cada uno, sirviendo a Thuy el último. Puesto que su zumo era del fondo de la botella tenía algo de pulpa. Cuando ella se dio cuenta de la pulpa, puso mala cara y no quiso bebérselo. Así pues, los cuatro volvieron a sus juegos en la colina, y Thuy no bebió nada.
Media hora más tarde, cuando estaba meditando en mi habitación, oí que me llamaba. Thuy quería servirse un vaso de agua fría, pero ni tan siquiera de puntillas lograba llegar al grifo. Le recordé que todavía tenía el vaso de zumo sobre la mesa y le pedí que se lo bebiera primero. Fijándose en el vaso vio que la pulpa se había posado en el fondo y el zumo tenía un aspecto claro y delicioso. Se dirigió a la mesa y cogió el vaso con las dos manos. Después de haberse bebido casi medio vaso lo dejó en la mesa y preguntó: "Tío monje, -una expresión habitual en los niños vietnamitas cuando se dirigen a un monje mayor- ¿es éste otro vaso?". "No", le respondí. "Es el mismo de antes. Ha reposado un rato, tranquilamente, y ahora lo ves claro y delicioso". Thuy miro de nuevo el vaso. "De verdad que está muy bueno. ¿Es que ha meditado como tú, tío monje?". Me reí y le acaricié la cabeza. "Digamos que cuando me siento a meditar estoy imitando al zumo de manzana. Esto es algo que se acerca mucho a la verdad".

Cuando Thuy se va a dormir cada noche, me siento a meditar. Le dejo que duerma en la misma habitación, cerca de donde medito. Hemos acordado que mientras estoy sentado meditando, ella se acostará sin hablar. En esta atmósfera apacible el descanso llega con facilidad, y normalmente se duerme en diez o quince minutos. Cuando acabo de meditar, la cubro con la manta.


"El sol, mi corazón", Thich Nhat Hanh







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