La seguridad es en gran medida una superstición. No existe
en la naturaleza, ni los hijos de los hombres la experimentan. A largo plazo,
evitar el peligro no resulta más seguro que exponernos a él directamente. La
vida es una osada aventura o no es nada.
Hellen Keller
Nadie puede saber lo que es la vida, pero tenemos la
oportunidad de experimentarla directamente. Los seres humanos recibimos ese
don, pero no lo aceptamos; no experimentamos nuestra vida de forma directa sino
que nos pasamos todos los años de nuestra existencia protegiéndonos. Cuando
nuestros sistemas de protección fallan, entonces nos culpamos a nosotros
mismos, o a otras personas. Contamos con sistemas para encubrir nuestros
problemas; no deseamos afrontar el dolor de la vida de forma directa. Pero, de
hecho, cuando lo hacemos descubrimos que vivir es un magnífico viaje.
Por supuesto que está muy bien contratar seguros de vida y
verificar que los frenos de nuestro coche se encuentren en buenas condiciones.
Pero, al final, ni siquiera esas preocupaciones nos salvan; tarde o temprano,
todos nuestros sistemas de protección fallan. Nadie puede resolver el koan de la vida por completo, aunque
siempre imaginamos que tal o cual persona seguramente lo ha conseguido.
Culpamos a los demás porque creemos que deberían comprender la vida. Y a pesar
de que ni nosotros mismos la entendemos, aun así creemos que nadie jamás debería
descuidar su forma de vivir. Todos somos descuidados porque estamos inmersos en
este juego de autoprotección en lugar de jugar al verdadero juego de la vida.
La vida no es un espacio seguro. Nunca lo ha sido y jamás lo será. Si hemos
permanecido en el ojo del huracán durante un año o dos, el hecho tampoco tiene
demasiada trascendencia. No existe ningún espacio seguro, ni para nuestro
dinero, ni para nosotros mismos, ni para las personas que amamos. Y no nos
corresponde preocuparnos por ello.
Mientras nos neguemos a comprender que este juego no
funciona, no jugaremos al verdadero juego. Algunas personas no lo consiguen jamás
y mueren sin tan siquiera haber vivido. Y eso es malísimo. Podemos pasarnos la
vida culpando a los demás, o a las circunstancias, de nuestra mala suerte, y
pensando de qué manera debería haber transcurrido nuestra vida. Y podemos morir
de esa manera, si eso es lo que queremos. Es nuestro privilegio, pero no
resulta divertido. Tenemos que abrirnos al enorme juego del que formamos parte.
Nuestra práctica deber ser cuidadosa, meticulosa, paciente. Debemos afrontarlo
todo.
Charlotte Joko Beck
Nos empeñamos en ir cubiertos, escondidos, con ropas demasiado largas, demasiado grandes. Camisas de once varas, toda suerte de disfraces, que sólo nos hacen tropezar, herirnos y a veces herir.
ResponderEliminarUn beso.
Así es, mi queridísima A. Tenemos tanto miedo... Pero, como dice la cita del comienzo, "la vida es una osada aventura o no es nada". Y eso me hace pensar que esta noche te quiero dar algo más que un beso... ¡Sal corriendo que voy a por ti! jajaja. ¡Muaaaaaaaaa!
EliminarNo sé si tu intención es advertirme, pero a mi me sabe a promesa.
ResponderEliminar:)
¡Alcánzame!
Muuuuuuuaaaaaaa.
¿Advertirte dices? Temo que no, era pura retórica...
ResponderEliminar"Hagamos juntos todas las maldades... la dieta de los caníbales..."
¡Te pillé!
Muaaaaaaaxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx!!!