Cada día se encamina a su destino con mayor necesidad, por un
estrecho sendero. Es Agosto y su calor un compañero especialmente pesado que no
consigue hacerle desfallecer. En sus ojos el deseo de una piel. En sus dedos un
surco acariciado, por el que recorre su espalda cuando dormida yace todavía en
la cama, antes de amanecer. En su corazón un latido, que resuena como el eco
en otro pecho. En su mente un pensamiento, también compartido, y una voz, y un
nombre, que lo llenan todo...
Al ir y regresar, en su día a día, el susurro de la llamada se cuela entre los pliegues de su conciencia. La busca, la piensa, la
siente. La gravitación general tiene una nueva ley de atracción, cuyo nombre es
maravilla y belleza; y todo gira en torno a él...
Muere por ella, y las ganas
le estallan de tal forma en el alma que la convierten en cuerpo, y con él atraviesa
la distancia que los separa para aniquilar la agonía, abrazando su entrega de forma continua...
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