viernes, 29 de junio de 2018

Breve historia de algunas cosas, en este momento.







      Últimamente todas las tardes son de tormenta por aquí. Los campos están más verdes de lo habitual. Los árboles resplandecen al igual que mi buen humor. No me gusta nada el calor. Cuando todo el mundo está encantado de tanto sol, yo me refugio en las sombras. Las hordas de visitantes veraniegos todavía no han hecho irrupción -sólo algunos se dejan caer con cuentagotas- y los gatos campan a sus anchas en el jardín. Empieza a haber mosquitos y una tropa de hormigas ha intentado tomar al asalto mi casa. Se me ha agotado la paciencia y de la escoba y el recogedor, he pasado a los polvos de talco y más adelante a la fregona. Creo que unas cuantas han caído en combate. Mal karma, sin duda, incluso remordimientos. Por lo demás todo igual que en los últimos años. Susto tras susto mi vida avanza a toda prisa por un camino de baches y, en cuanto me distraigo un poco, surgen nuevas sorpresas. Algunas muy agradables, he de decir. Una vez le pregunté a mi madre si, con el paso del tiempo, había aprendido de qué iba todo esto (la vida). Me miró como si no entendiera la pregunta y no respondió nada. Sin embargo, algo me dice que sabe bastante más que yo, pero lo ignora. Creo que no hay nada más pretencioso que pensar que se ha llegado a saber algo de cualquier cosa. Ah! la docta ignorantia se nos resiste a muchos...


      Y las personas ¿qué decir de ellas? Lagos misteriosos sin fondo. Si en tantos años no me he llegado a conocer del todo ¿cómo puedo esperar abarcar lo que en otro/a se halla? Sin embargo, más que problema, eso es acicate: una suerte de "menea el culo chaval, que hay sorpresas". Siempre me ha encantado desvelar misterios, más todavía si llevan falda, o tienen una bonita voz...


      En cualquier caso todo es perfecto: los patos se salvan por sus patas cortas y las cigüeñas se salvan por sus patas largas. Ayer, por la tarde, una me sobrevoló muy cerca con una rama en el pico, más grande que su propio cuerpo. Fue realmente asombroso verla ahí, planeando, ingrávida... ¡Guau! Un espectáculo alucinante. El interés se esconde debajo de la rutina; paras, miras y si tienes suerte ¡ves! Y después te haces mil preguntas, claro, sobre todo si eres tan ceporro como yo. Siempre me ha asombrado que no llueva hacia arriba y cosas parecidas; pero, si desapareces de la escena, puedes sentir con toda intensidad lo que tienes delante; el universo de cómo-las-gotas-mojan-al-contacto-con-tu-piel, que en ese momento no es tuya, ni de nadie; sólo es, como la lluvia. Y creo que nada se puede decir al respecto que no sea un borrón. 
      Sí, eso creo.



      Y debe ser por eso de haber llovido tanto y hacer una temperatura tan buena, que esta noche me siento como un caracol, dejando un rastro de babas... O tal vez no se deban a la lluvia estos extraños aconteceres, sino a intrépidos lenguajes y palabras, que uno aprende, o más bien le enseñan...   io...




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"Mientras sigas buscando, anhelarás un momento futuro que sea mejor que éste. Pero lo cierto es que éste es el único momento que realmente importa..."

Ken Wilber











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