Y si te dijera cómo...
Un narrador, con conocimiento de causa, lo habría contado del
siguiente modo:
Acaban de llamar a la puerta. No lo esperas, pero se trata
de él. Fuiste tú quien le dijiste que estarías sola, mientras hablabas de otras
cosas. Al abrir no puedes pronunciar palabra del asombro que te provoca su
presencia y esta situación no programada. Sonríe mientras te mira, como si todo
ello fuera lo más natural. "¿Me dejas pasar?", pregunta. Te acabas de
poner nerviosa. "Claro, entra", balbuceas. Camina erguido al pasar
delante de ti. Es bastante más alto que tú y va vestido de manera informal. Al
llegar al salón extiende su mano hacia ti con un regalo. Se trata de un paquete
pequeño con una flor adosada. ¿Un libro tal vez? Te tiemblan las manos mientras
rompes el envoltorio. El título del libro es revelador. Surge espontánea en ti una
exclamación, seguida de una risa delatora. Se acerca decidido. Coge el libro de
tus manos y lo arroja al sofá. Acto seguido te sostiene firme por la cintura y
te acerca más a su cuerpo. Hueles su aroma, que no identificas, pero te huele
bien. También sientes el calor que emana. "Yo...", comienzas a
decir, pero te pone un dedo en los labios y no te deja continuar. Baja la mirada y fija sus ojos en los tuyos, mucho más cerca. Después, con una caricia, te echa el pelo hacia atrás dejando
descubierta tu oreja. Colocándose muy
cerca de ella -como quien va a contar un secreto- te susurra las siguientes
palabras: "Ahora, si quieres, lo puedes pedir; lo prometido es deuda..."
Te acabas de poner colorada al escucharlo y te paras a pensar un momento antes
de hablar, cosa que finalmente haces: "Quiero que me des mi beso". Tu voz ha sonado imperiosa...
Sientes cómo su mano acaba de cogerte la melena. Sientes tu
barbilla elevarse cuando él te tira del pelo hacia atrás, y cómo tus labios se
entreabren al quedar en esa postura. Cierras los ojos justo antes de notar el
roce de sus labios en los tuyos. Desde la cintura notas su otra mano ascender hasta
la altura del pecho; cómo lo toma en el mismo momento que su lengua entra en
ti, mientras la tuya sale a su encuentro. Sientes su sabor en tu boca y cómo te
gusta ese sabor, que provoca avidez; sus dientes morder tu labio superior y los
tuyos responder -sin tú decidirlo- mordiendo sus labios... Sientes el
corazón que se te va a salir por la boca, y cómo tu cuerpo hormiguea de placer
mientras él te coge en brazos y te lleva a la cama...
Una narradora omnisciente podría contar otras cosas no obvias a primera vista. Ahora, sólo falta tu versión. Concluye con los siguientes
versos.
Podrás dominar todo lo
que quieras de mí
pero tu condena será
quedar encadenado
y tener celos de la mismísima
sombra
que de mis pasos
no se despega.
Entonces, serás tú el
conquistado
y no querrás
por nada del mundo
abandonar ese lugar
que te corresponde
tanto como yo te
correspondo a ti.
En el espacio entre el principio y este
final, existe un hueco que se puede rellenar. Iluminar las sombras y arrojar nuevos horizontes de luz, pueden ser tus tareas. Después, si lo deseas, puedes venir y recoger el beso que se guarda donde tú ya
sabes. Displicencias y retardos no están permitidos en corazones desbocados, pero no te
diré dónde posar la historia. La pelota en tu campo está, y acabo de secuestrar al
árbitro. No hay reglas...
Me doy cuenta de algo...y que hay dos personas. Maravillosas. Que hablan de lo mismo...de conquistas y cadenas...da mucho miedo pq cada uno está en una punta del mundo.
ResponderEliminarMe sonrió. Porque eso...no significa nada para quien algo quiere.
Te mando otro beso...y te digo que seas feliz.