Te diré -susurrando al oído- lo que vamos a hacer:
Desliza tu vestido hasta el suelo
(no aparto los ojos de ti,
hazlo con mucho cuidado)
y túmbate desnuda a mi lado...
Deja que recorra tus contornos escondidos
con las yemas de los dedos
que me detenga
en cada detalle
sintiendo tu calor...
que escuche tu aliento
acelerado y tus latidos
marcando el ascenso de la llama
prendida al compás de mi paseo por ti...
Tu cuerpo
-teclas de piano-
mis manos
-intérpretes lentas que hallan
un delicioso sonido interior-
tu respiración
-perdida-
-perdida-
al gemido se entrega
en creciente entusiasmo...
Serás mía mientras dure
y seré tuyo
después.
No te resistas
tampoco lo haré yo...
Cumplamos -sin dilación-
nuestra amenaza en bucle otra vez
donde concluyó el primer intento
de muerte en el orgasmo...
de muerte en el orgasmo...
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