Tengo un fantasma que me visita a altas horas de la
madrugada. Escucho sus pasos subiendo por la escalera de caracol. Hay veces que
avisa y llama a la puerta con los nudillos; otras se cuela a hurtadillas, sin
ninguna contemplación, y se mete en la cama agitando mis sueños. Se entrelaza a
mí, arroja palabras, como misiles susurrantes dispuestos a impactar en los
lugares más inoportunos. Me he acostumbrado a su compañía. Si un día no aparece
lo echo de menos de forma feroz. Imposible cerrar todas las puertas al
viento que remueve su falda; al sonido de sus tacones, cuando raudos caminan en
torno a mis ansias pendientes.
Incitante me reta como en una partida; muestra con despreocupación el pálpito de su
yugular, mientras pide -como quien no quiere la cosa- que vaya afilando los colmillos. Y lo reconozco: tengo sed de ti. Necesito saber qué se sentirá cuando una gota tuya riegue mis abismos, haciendo brotar de ellos una flor compartida...
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...belleza son tus letras
arrojadas al viento
como misiles
directos al corazón,
a veces convertidos
en fuego...
a veces convertidos
en fuego...
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